Suicidio: empecemos a hablar
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El 10 de septiembre último se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, un grave problema de salud pública con consecuencias sociales, emocionales y económicas de gran alcance. La campaña de este año apunta a desactivar mitos y prejuicios, apostando a un abordaje con mayor comunicación. Bajo la consigna “Cambiar la narrativa. Empecemos a hablar”, se promueve generar conciencia, brindar el apoyo necesario y facilitar las alertas tempranas. Reconocer que hay que hablar del tema es darle la entidad que merece y dejar de negarlo o estigmatizarlo.
El sitio de estadísticas internacionales Worldo Meter reporta un promedio de 2230 suicidios diarios en el mundo, esto es uno cada 30 o 40 segundos, cifras que no pueden considerarse fidedignas, pues distintos factores, como la ausencia de reportes o la dificultad para determinar la causa de muerte, las tornan parciales o hasta erróneas y difíciles de cuantificar.
Un mensaje de la Comisión Episcopal de la Pastoral de la Salud argentina, en ocasión de la fecha, destacó la importancia de romper el cerco de silencio en torno de un problema que afectó a 4195 personas en 2023, el número más alto de casos del que se tiene registro en el país. Reporta que en la franja de entre 15 y 24 años el suicidio es la segunda causa de muerte, detrás de los accidentes y la tercera para quienes tienen entre 25 y 34 años. Apela a construir comunidades en las que las vulnerabilidades puedan expresarse sin miedo para encontrar apoyo y compasión con la mirada de la fe.
En la misma línea, el Ministerio Público Tutelar de la ciudad de Buenos Aires lanzó la campaña audiovisual “Si sentís que algo pasa, no lo dejes pasar”. La violencia ejercida hacia niños y adolescentes es un factor que contribuye a conductas suicidas, explican. Se refieren a bullying, ciberacoso, violencia familiar, abuso sexual y amenazas crecientes que conducen a que se registre un suicidio de adolescentes por día en la Argentina.
Acciones lesivas o autodestructivas, suicidios incompletos o frustrados, retos o challenges son algunas de las variadas formas que puede asumir el sufrimiento que para muchos impone la propia vida.
Definitivamente nos encontramos ante una cuestión de tal relevancia existencial que se traduce como un temor a vivir.
No es un problema médico-sanitario exclusivamente, es transversal, por lo que demanda un abordaje multidisciplinario y un compromiso de la sociedad en su conjunto. Desde Fundación La Nación compartimos con nuestros lectores una valiosa guía: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/hablemos-de-suicidio-nid10092023/#/.
Frente al Congreso de la Nación y en distintos lugares del país, distintas instituciones se dieron cita días atrás en busca de dar debida visibilidad a una problemática social y de salud pública tan grave como dolorosa. Hablar previene. Demos voz al suicidio.