Es necesario que nuestro país ratifique el convenio mundial para el control de esta adicción que tanto deteriora la salud individual y resiente el sistema sanitario
Durante mucho tiempo, en materia de salud, el paradigma imperante era indicar un tratamiento o una medicación ante la aparición de un síntoma. Afortunadamente, las nuevas tendencias revierten este enfoque para ponderar el peso de la prevención, precisamente para evitar la aparición del síntoma. El caso del tabaquismo es uno de los mejores ejemplos.
Se trata de la primera causa prevenible de muerte (13,6% en la Argentina), y se asocia comprobadamente también al desarrollo de enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, las respiratorias, la diabetes y el cáncer, que se corresponden con el 65% de las muertes en nuestro país. No olvidemos que entre nosotros el 25% de la población adulta continúa siendo fumadora activa, aun cuando en los últimos diez años el consumo se redujo en un 30%.
En anteriores columnas editoriales hemos hecho referencia al Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco, un instrumento jurídico que aborda las causas de esta epidemia, la importancia de las estrategias de reducción de la demanda y cuestiones relacionadas con su comercialización y venta. Su valor radica en que es el primer tratado internacional en materia de salud pública especialmente diseñado para limitar la propagación del tabaquismo. Aprobado en 2003, los países signatarios suman ya 181. La Argentina no lo ha suscripto aún.
Vale la pena destacar que los principales productores de tabaco -China, Brasil, la India y Turquía han ratificado este acuerdo, cuyas regulaciones se dirigen a reducir en un 30% el consumo para 2025, al igual que casi todos los países de América Latina. Entre nosotros, el proyecto de ley que ratificaba el convenio fue ingresado en 2004 al Congreso, pero al no ser tratado perdió estado parlamentario. Y aún espera.
Doce reconocidas organizaciones de la sociedad civil dedicadas a prevenir las enfermedades asociadas al tabaquismo hicieron anteayer una presentación, apoyada con 800.000 firmas, por la que se solicita al Congreso que refrende el citado convenio sin más demoras. Preocupadas también por proteger a los pequeños agricultores de nuestras provincias tabacaleras, promueven la sustitución de esta planta de grandes hojas y hermosas flores cuyo mal uso tanto daño ocasiona, y proponen el estudio de sus propiedades medicinales.
Siguiendo las recomendaciones de la OMS, el secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, presentó también un proyecto de ley sobre cultivos sustitutos del tabaco que incluye el bambú, una gramínea de gran éxito en otros países, pero poco conocida entre nosotros localmente.
Frente a la epidemia de jóvenes fumadores, con un número de mujeres también en aumento entre nosotros, las regulaciones que propone el convenio son impostergables. Destacamos la necesidad de prohibir la publicidad de productos de tabaco, incluso en puntos de venta que hoy están exceptuados, y el desarrollo de una política de precios que vuelva menos accesibles los cigarrillos.
La lucha contra el tabaquismo ha demostrado ser dura y difícil. Resta aún mucho por hacer y las vidas en juego y el sistema de salud de nuestro país exigen un mayor compromiso de todos los actores involucrados. La Argentina no puede continuar al margen de la acción global en la materia. Es necesario que todos los países ratifiquen el convenio, sigan sus recomendaciones y fiscalicen su implementación y cumplimiento.
LA NACION