Sin diálogo no hay país
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El clima de hartazgo y desazón instalado en la sociedad debería constituir una oportunidad para motorizar los cambios que tanto necesitamos.
Tras el profundo mensaje del resultado de las PASO, preocupados por la alarmante falta de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de estas con la sociedad, reconocidos referentes religiosos emitieron una declaración conjunta, que también apela a los no creyentes de buena voluntad. La firman la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, el Seminario Rabínico Latinoamericano, el Centro Islámico de la República Argentina, la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquia, la Iglesia Apostólica Armenia, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina, el Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires, el Comité interreligioso por la Paz de Córdoba y el Instituto de Diálogo interreligioso.
Con citas del Evangelio, el Corán y el Talmud, alertan a los candidatos que el voto “puede ser un llamado de atención” y reflexionan sobre la necesidad de moderar las palabras ante la disidencia, evitar que la violencia oscurezca la esperanza del diálogo y acerca de la importancia de que la gente cambie lo que hay en su corazón para modificar su destino.
“No hay país posible sin diálogo (...) No hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto”, afirman.
El mensaje apela a la responsabilidad de la dirigencia política para “presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril”. Advierten, con acierto, que “las tensiones pueden amenazar nuestra cohesión como sociedad”.
Desde sus diferencias, nos acercan el mejor ejemplo a la hora de sortear los obstáculos y los enormes abismos que surgen de creencias religiosas tan diversas, con el objetivo de constituir una patria de hermanos. Destacan que hay principios innegociables como “el cuidado de la vida, la preservación de nuestra casa común y la opción preferencial por los más desfavorecidos”.
Llaman a construir un futuro “basado en valores solidarios y compartidos” y piden expresamente a la política “que promueva la libertad en todas sus dimensiones” y que sea “una herramienta responsable al servicio de la justicia social”.
El mensaje es tan rotundo como contundente. Ojalá los argentinos podamos hacerlo carne para superar aquello que nos impide tender puentes hacia un futuro de unión y desarrollo. Partimos de un valioso ejemplo que nos interpela a todos por igual. Si anteponemos el futuro a los mezquinos intereses que nos dividen, podremos aportar a un intercambio respetuoso y superador. Depende de todos.