Seguridad vial, fuera de agenda
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La Organización de las Naciones Unidas contabiliza 1,3 millones de muertes y 50 millones de heridos por siniestros viales.
Si bien varios países se propusieron reducir a la mitad el número de víctimas para 2030, esto parece tan poco probable como controlar los efectos del cambio climático si no se extiende el compromiso de las naciones.
El tema de la seguridad vial no parece estar en agenda. De hecho, en la Argentina, no hemos escuchado a ningún candidato presidencial ocuparse de la cuestión aun cuando muchos proyectos de ley aguardan sanción ante la desazón de ONG como las Madres del Dolor o Estrellas Amarillas. Sin embargo, los siniestros viales implican un impacto económico y un problema de salud pública que ningún funcionario debería desatender.
Con exceso de velocidad, ausencia de cascos o cinturones de seguridad, consumo de drogas o alcohol, distracción por uso de celulares, infracciones de conductores y peatones, entre otras causales, el tránsito es caótico e inseguro para todos.
Los primeros educadores viales son los padres. Su modo de moverse en el tránsito debe ser ejemplar, dado que los niños imitan comportamientos y reacciones. Insistir en campañas de educación vial en escuelas e instituciones que ayuden a identificar conductas de riesgo para evitarlas es igualmente clave. La seguridad vial es un compromiso colectivo del que todos debemos hacernos cargo.