Rusia y los Juegos Olímpicos
La Agencia Mundial Antidoping acaba de sancionar dura y justificadamente a Rusia con cuatro años de suspensión respecto de su participación en competencias deportivas internacionales. Ha quedado excluida de los Juegos Olímpicos de verano e invierno y del Campeonato Mundial de Fútbol, entre otros.
Aquellos atletas que no hubieran tenido nada que ver con los tramposos manejos que las autoridades rusas hicieron en materia de doping podrán competir, aunque no como rusos, sino como deportistas sin afiliación alguna. Ya en los Juegos de Corea, del año último, 168 ciudadanos rusos habían competido en tal carácter. Curiosamente, Rusia que estaba siendo investigada volvió a hacer trampa este mismo año y fue nuevamente descubierta. Por eso, la sanción se acordó en forma absolutamente unánime entre los 17 miembros del comité especializado.
Rusia podría apelar la sanción ante un tribunal especial, pero habrá que ver si lo hace o si, en cambio, elige enmendar de una vez sus irregulares conductas. Por tratarse de una nación, la alternativa disponible de la apelación ante el tribunal mencionado parece realmente la vía obvia a seguir. Pero la solución es simple: no mentir.
Hasta aquí, las autoridades rusas respondieron al señalar que todo es producto de una "histeria antirrusa", ciertamente algo muy difícil de comprobar y bastante poco creíble.
Rusia debe además identificar y sancionar, separándolas para siempre de sus respectivos cargos, a las personas individualmente responsables de haber avergonzado a una nación, lastimando su integridad, su honor y reputación frente al mundo.
Por ahora al menos, la bandera rusa no flameará en eventos deportivos internacionales. Tampoco se escuchará su himno y no veremos competir a sus atletas en nombre de la nación a la que pertenecen. Quedará registrado en la historia este triste episodio.
Alguien alguna vez dijo que el honor es la deferencia que se debe a la virtud. Ausente la última, no hay espacio alguno para el honor. La sanción comentada lo confirma.