Rusia: perfiles de decadencia
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El nivel de vida de la población rusa ha caído con fuerza en estos últimos tiempos. El salario promedio de aquellos que trabajan a tiempo completo está hoy en el orden de los 300 dólares por mes, unos 44.000 pesos argentinos al tipo de cambio que se obtiene en las operaciones bursátiles de nuestro país.
Existe por esto una evidente sensación de malhumor en la sociedad y, también por ello, el liderazgo social de Vladimir Putin y de su partido, Rusia Unida, es cada vez más frágil.
El pesimismo social empieza a ser manifiesto como consecuencia de que el ingreso real de la población rusa sufrió una caída en cinco de los últimos siete años.
Asimismo, el impacto del coronavirus ha puesto en evidencia las serias limitaciones de un sistema insuficiente de salud pública, que se suma a la decadencia que se advierte en el aparato educativo.
La economía rusa se contrajo el año pasado el 3% y el consumo agregado se redujo en un preocupante 8,6%, números inquietantes más allá de que parezcan menores al lado de la declinación económica que experimentó la Argentina en el mismo período.
Cuando se acercan las próximas elecciones en la Federación Rusa, previstas para septiembre próximo, la insistente persecución oficial al valiente opositor Alexei Navalny –ya transformado en paladín del desaliento prevaleciente– hace pensar que esos comicios puedan ser una oportunidad para que se abra la posibilidad de un cambio político después de años de un régimen hegemónico.