Reponer el arbolado urbano
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No se borran del recuerdo de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires las imágenes de los destrozos ocasionados por el fuerte temporal del 17 de diciembre último. La cantidad de árboles caídos y dañados, más de mil, obligó a que el Ministerio de Espacio Público porteño revisara el plan de arbolado para el año en curso.
El programa, modificado en función de lo ocurrido, incluye plantar más de 18.000 ejemplares de 30 especies, sumando unos 3000 “extras”. Las comunas que fueron las más afectadas por la tormenta serán las más favorecidas: las 9 (Liniers y Mataderos), 11 (Devoto y Villa del Parque) y 12 (Coghlan, Saavedra y Villa Urquiza), además de los parques Centenario y Tres de Febrero, el más grande de la ciudad.
La reposición buscará respetar el paisaje original de los espacios, ubicando las mismas especies que existían previamente u otras similares, en función de lo que define el Plan maestro para cada corredor. Dado que algunas especies eran exóticas, el ambientalismo moderno y la sustentabilidad recomiendan reemplazarlas por otras autóctonas.
La época de plantación va de mayo a octubre. Está previsto que se sumen unas 7500 planteras en calles y se vuelvan a ocupar más de 6000 que quedaron vacías, mientras más de 4400 ejemplares serían destinados a los espacios verdes. En promedio, un árbol demora entre 15 y 20 años en crecer hasta volverse útil como moderador de temperatura, oxigenador del aire y reductor de ruidos.
En septiembre se lanzará un nuevo censo de arbolado. El último corresponde a 2018 y contabilizó 431.326 ejemplares en los 203 kilómetros cuadrados del distrito, en total son 423 especies, entre arbustos, coníferas, palmeras y otras tipologías botánicas. Con esa cantidad, se cubría con copas de árboles el 30% de la superficie de la ciudad de Buenos Aires. Puestos a comparar, el censo de Treepedia que mide copas de árboles a través de Google Street View, le da el primer lugar sobre 27 ciudades que integran el ranking a Tampa (EE.UU.), con el 36,1%, mientras que Singapur registra un 29,3%.
En las calles, los fresnos americanos ocupan el primer lugar, seguidos muy por detrás por los plátanos y los ficus. En parques y plazas, tipas, jacarandás y álamos son las especies más extendidas. Los árboles porteños, mayormente cinco especies según el diseño de Carlos Thays, florecen de forma escalonada pintando de colores la ciudad. Los lapachos (rosas, en septiembre), ceibos (rojos, en octubre), jacarandás (lilas, en noviembre), tipas (amarillas, en diciembre) y palo borracho (en diferentes momentos del año en colores distintos). Los ginkgo biloba son las estrellas de esta época.
La belleza del arbolado urbano se suma a sus múltiples beneficios. Su estratégica ubicación puede contribuir a moderar las temperaturas en edificios y reducir los consumos en climatización, además de aumentar el valor de las propiedades. Su cercanía puede mejorar nuestra salud física y mental, purificar el aire absorbiendo gases contaminantes y mitigar el cambio climático, entre otras bondades. Sobran razones. Solo faltan árboles.