Putin: de las sombras al poder perpetuo
Superando los temores que la pandemia ha sembrado, muchos ciudadanos rusos pudieron votar a lo largo de toda una semana respecto de la reforma de su Constitución, aprobada en marzo pasado por el Parlamento. El proceso ratificatorio se completó favorablemente. Numerosos votantes concurrieron a las urnas atraídos por los premios establecidos para quienes al ejercer su derecho a sufragar participaban de la rifa por un automóvil o un departamento, en un afán oficial por reducir las posibilidades de que una abstención numéricamente escandalosa restara validez al resultado del llamado electoral.
Con la pandemia condicionando la coordinación de una oposición unida que hoy denuncia manipulación de las cifras y presión a los votantes, cabía anticipar que el presidente Vladimir Putin lograría su objetivo: podrá permanecer en lo más alto del poder de la Federación Rusa hasta 2036.
Para los ciudadanos rusos –que tienen en su pasado histórico períodos extendidos de muy fuerte autoritarismo, tanto en la era zarista como durante la larga tragedia del comunismo–, la ratificación de la reforma era previsible: así lo confirma también el hecho de que impresiones del texto completo de la nueva Constitución se vendían desde hacía largo tiempo en las librerías de aquel país.
La reforma constitucional endosada es la más profunda adoptada desde 1993. El actual presidente, quien lleva ya dos décadas en el ejercicio del poder, logró el objetivo perseguido prolongando su permanencia en el cargo por un largo período más al quedar exceptuado de cumplir el límite de un máximo de dos presidencias y habilitado para postularse dos veces más a la reelección.
La reforma, ratificada por el 70% de los votantes, contempla otros temas, como la promoción del patriotismo, del que Putin se tiene por padre; la prohibición de los matrimonios entre personas del mismo sexo; el apoyo a las familias numerosas; la afirmación de la religiosidad del pueblo ruso; la indexación de las jubilaciones; la institucionalización de un salario mínimo que atienda las necesidades esenciales de la subsistencia, y hasta la protección de los animales.
El renovado pacto social ruso mereció el endoso de los votantes y permitirá que, con la permanencia prevista del cuestionado líder al frente del país, Putin supere al exjefe soviético José Stalin.