Promover talento, no militancia
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El porteño Museo Evita inauguró en marzo una exposición que pretendía acercar la figura de Eva Duarte a los más jóvenes con el título de “Banderas y banderines”. Con una clara posición partidaria, Fátima Pecci Carou, ganadora del Premio en Obra en Barrio Joven ArteBA 2018 que otorgan los coleccionistas, lograba así su primera muestra en un espacio público. La exhibición plasmaba la “compleja relación de la comunidad japonesa argentina con el peronismo, la comunión entre culturas, la libertad para interpretar temas canónicos con gracia y humor”.
Las primeras acusaciones de plagio para algunas obras de Pecci Carou llegaron desde Tokio y encendieron la mecha en las redes sociales, anexando una seguidilla de denuncias que no se limitaron a lo artístico, sino que se vieron contaminadas por cuestiones ideológicas. Advertían también que el propio museo había pagado un precio muy alto por una pintura copiada, una hipótesis desmentida por la dirección de la institución. La cuestión se viralizó al punto de que la plataforma de venta online Artsy, con sede en Nueva York, levantó la venta de las obras de Pecci Carou. La militancia kirchnerista de la artista le había granjeado una detención luego de vandalizar el espacio público con grafitis con motivo del primer Paro de Mujeres. Afiliada a ATE como empleada estatal en sus comienzos y actualmente en la AFIP, arrancó pintando banderas y pancartas para las marchas kirchneristas.
Ella declaró que las acusaciones eran “ensañamiento con sesgo machista” y procedió a cerrar su cuenta de Facebook argumentando: “Estoy siendo agredida por un montón de fanáticos del animé, que me dicen plagiadora por usar referencias de manga en mis pinturas. Chiques, toda la historia del arte es la representación de imágenes que ya existen, pónganse a leer porfi”. Uniendo estéticas e inspirada en su militancia y en lecturas sobre el peronismo, el feminismo y la mujer como nuevo sujeto político, tomó los que consideró hechos significativos de la vida de Evita en relación con las mujeres para sus 16 lienzos y banderines: Evita Ninja , Evita en Christian Dior, Evita Montonera en el Palacio Unzué, entre otras imágenes. Las comparaciones viralizadas confirman la vocación copista tan denunciada y que pone en duda para muchos el valor de la reinterpretación realizada por la artista en cuestión. Las discusiones en el campo del arte no terminan nunca de saldarse.
Cuando son tantos los talentos que aguardan apoyo y reconocimiento, el Estado debería poder ampliar el foco por fuera de estos extremos de militancia. Asistimos con demasiada frecuencia a distintos ejemplos dirigidos a recrear la historia para convertirla en atractivo relato y captar el interés juvenil. Los ciudadanos no tienen por qué acallar sus reclamos cuando se apela a los recursos de todos para promover a los propios, menos aun cuando el trazo grueso delinea repetidamente un siempre peligroso adoctrinamiento.