Prevenir la muerte súbita
La noticia sobre un argentino de 37 años víctima de muerte súbita en el gimnasio de un hotel en Salta reavivó el debate sobre la importancia de contar tanto con áreas cardioprotegidas como de población capacitada para realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP). Aunque en el país existen dos leyes, una para la Capital, sancionada en 2011, y otra de alcance nacional, de 2015, sobre esta problemática, no están reglamentadas.
Ideada para prevenir y evitar más casos de muerte súbita en espacios con gran circulación de personas, la segunda de ellas establece la obligatoriedad de contar con un desfibrilador externo automático y personal entrenado en RCP en lugares públicos y privados de concurrencia masiva o de alto riesgo.
Según la Fundación Cardiológica Argentina, que ha impulsado estas normativas y desarrolla capacitaciones en la temática, en nuestro país se producen alrededor de 40.000 muertes súbitas al año y el 70% ocurren fuera de los hospitales. Por eso, según el cardiólogo Jorge Tartaglione, presidente de esa entidad, esta situación ubica a la comunidad no médica como la primera encargada de atender un episodio de esta naturaleza. "La muerte súbita puede ocurrir a cualquier edad y puede estar relacionada, o no, con una actividad física o deportiva", dijo.
Estos números tan dolorosos podrían reducirse si se aplicaran protocolos de RCP y desfibriladores, cuya utilización aumenta en un 79% la posibilidad de que el paciente que sufre un paro cardíaco súbito llegue con vida al hospital. También es importante resaltar que en la ley nacional se establece que "ninguna persona interviniente que haya obrado de acuerdo con las disposiciones de la presente ley está sujeta a responsabilidad civil, penal, ni administrativa derivada de su cumplimiento".
Sin embargo, y lejos de ampliar la cobertura de espacios con desfibriladores externos automáticos, en el último año las acciones que buscan capacitar a la sociedad en estas prácticas de primeros auxilios se están viendo reducidas, sobre todo por falta de presupuesto. Algo similar ocurre con la ley de promoción y capacitación en técnicas de reanimación cardiopulmonar básicas que establece que se ha de enseñar RCP a los estudiantes.
Se trata de medidas simples y de bajo costo que, desde la ciencia, no dudan en afirmar que pueden salvar vidas. Incluso, entidades como la citada fundación han desarrollado programas para capacitar en el manejo de estas prácticas, pero lamentablemente no parecen estar siendo acompañados desde el Estado.
Es prioritario dar a la salud de la población el espacio que merece, sobre todo cuando se trata de acciones de prevención que pueden salvar vidas. Por eso, es de esperar que se vuelvan a dar capacitaciones de RCP en los colegios y que se concrete la reglamentación de las normas sobre espacios cardioprotegidos.