Por un Chaco sostenible
En los últimos meses, la provincia de Chaco viene impulsando una serie de cambios en su organigrama "verde" a fin de fortalecer el área ambiental, nutriéndola de los aspectos vinculados a la conservación de la biodiversidad.
Si bien su agenda abarca una temática amplia, desde el control y fiscalización de caza y pesca, el uso de biocidas y educación ambiental hasta áreas protegidas y manejo de residuos, es la conservación y el manejo sustentable de sus bosques la principal preocupación, la vara con la que, sin dudas, se medirá la nueva gestión y la que provoca mayores expectativas en la sociedad.
Es que los números de la deforestación en el Gran Chaco argentino son altamente preocupantes: sumando los valores de Bolivia, Paraguay y la Argentina, se han destruido para siempre unos cuatro millones de hectáreas en los últimos siete años. Y, a escala local, en los últimos ocho años, por ejemplo, solo en la provincia del Chaco las cifras oficiales señalan que se han deforestado unas 289.000 hectáreas.
En tiempos de crisis climática, esta situación se presenta como el peor escenario: dada la recurrencia de lluvias, y por la pérdida de masa boscosa que retenía el agua, sumada a la escorrentía natural, se producen inundaciones en ciudades, cultivos y campos ganaderos con múltiples costos sociales y ambientales no evaluados, siendo el más trágico que decenas de miles de personas pierdan lo poco que tienen y prácticamente deban recomenzar sus vidas.
Según lo planteado por varias organizaciones de la sociedad civil, urge diseñar un nuevo andamiaje administrativo para que sean las dependencias ambientales las que asuman los controles en el territorio de lo que ocurre con los bosques y gestionen con miras a sentar las bases del desarrollo sostenible de Chaco, al eliminar la tala y el desmonte ilegales de madera, que se presenta como un mal endémico de la región.
Paralelamente, es imperioso actualizar el ordenamiento territorial de ese distrito con amplia participación de los sectores socioproductivos para consensuar un nuevo modelo de producción y conservación de la biodiversidad, que organice, dosifique y oriente el uso de los recursos para no ahondar en una extracción insostenible de quebrachos y algarrobos, que caracterizan el presente.
La creación de nuevas áreas protegidas y el turismo de naturaleza, la producción de mieles y harinas de algarroba, la confección de artesanías y la fabricación de muebles y otros usos de la madera que agreguen valor y precio al producto, entre otras, son actividades que están generando nuevas miradas sobre el monte y promueven su protección a futuro.
La sostenibilidad de Chaco y del resto de las ecorregiones de nuestro país depende, pues, de integrar conocimientos pensando en el conjunto de la sociedad y proyectando políticas sociales y ambientales de largo aliento.