Polio, enfermedad prevenible
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El virus de la poliomielitis provoca una enfermedad altamente contagiosa, sumamente discapacitante y potencialmente mortal. Puede transmitirse de un individuo a otro mediante el contacto con heces infectadas o por secreciones del sistema respiratorio. Una vez en el organismo, el virus puede comprometer al sistema nervioso central. Afecta allí principalmente a la médula espinal, por lo que se manifiesta con severas parálisis y, de progresar, puede conducir al fin de la vida. No hay actualmente cura para la polio. Una vez instalada la parálisis, no hay forma de regenerar los nervios que permitan recuperar la función motora. Si la parálisis o atrofia muscular no se revierte en las primeras semanas después de la enfermedad, las secuelas quedarán de por vida.
El pasado 24 de octubre fue el Día Mundial contra la Poliomielitis, instaurado por la Organización Panamericana de la Salud. En nuestro país, muchos recuerdan un brote de importancia en los años 1956 y 1957 que sumó unos 6500 casos con alrededor de 700 muertos. Pulmones de acero, aparatos ortopédicos, pabellones de aislamiento para cualquiera con más de 50 años permanecen en la memoria. Hacia el final de ese período se comenzó a vacunar y, a pesar de que hubo otros brotes menores en 1971 y 1983, ya a partir de 1984 no hubo más casos en la Argentina. Gracias a los esfuerzos mundiales hemos pasado de unos 350.000 estimados para 1988 a apenas 37 notificados en 2016.
La llegada de la pandemia de Covid-19 vio descender las tasas de vacunación en general, incluida la de la polio. Desde junio de 2020 se modificó el calendario nacional de vacunación y se implementó la vacuna antipoliomielítica inactivada a los 2, 4 y 6 meses y un refuerzo a los 5 años, reemplazando de esta manera la vacuna antipoliomielítica oral bivalente. Los registros locales para 2021 indicaban una cobertura contra la polio por debajo del 75% para todas las edades de la población, una cifra demasiado baja que puede conducir a la reintroducción de una enfermedad que habíamos desterrado. Uno de cada cuatro niños no llega a recibir la vacuna. En 2022 el Ministerio de Salud de la Nación lanzó una campaña para fortalecer la vacunación contra el sarampión, la rubéola, paperas y poliomielitis para niñas y niños de uno a cuatro años.
En nuestro país, hemos avanzado en el reemplazo de la vacuna OPV (Sabin) bivalente por la vacuna IPV (Salk) para la erradicación de la polio.
La vacuna Sabin tenía la ventaja de que se suministraba por vía oral (el terroncito de azúcar), lo que facilitaba su administración, pero como era a virus atenuados, podía generar síntomas de polio en niños con inmunodeficiencia. Ya no se utiliza más y fue reemplazada por la Salk, que es a virus inactivados y se da por vía intramuscular. En ningún caso la persona vacunada queda como portadora, sino que el virus se elimina solo un tiempo después de la vacunación En la actualidad, unos 35 países presentan todavía brotes de polio. En Pakistán y Afganistán, la enfermedad es considerada endémica. Que hayan transcurrido 40 años sin casos en el país no nos exime de alertar sobre el bajo porcentaje de vacunados y la importancia de revertir este preocupante statu quo. Desde la Organización Panamericana de la Salud se llama a “renovar el compromiso de la erradicación mundial y asegurarse que este virus no vuelva” a la región.