Piratas contemporáneos
La piratería marítima no ha desaparecido de los océanos del mundo. Sigue azotando, en nuestro propio hemisferio, al mar Caribe y las costas de América Central, donde hace siglos los piratas europeos hicieron fortunas. Sin embargo, el epicentro de la actividad está hoy en torno de Somalia, en el continente africano.
El tema forma parte de la agenda de paz y seguridad internacionales del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, organismo que acaba de renovar, por iniciativa norteamericana, una resolución expresa en la materia. La decisión es acertada desde que, a partir de octubre de 2018, cerca de la capital de ese país, han existido reiterados ataques a buques pesqueros, con secuestro de sus respectivas tripulaciones, que han sido enfrentados con algún grado de éxito por la coalición de buques de guerra provistos por la Unión Europea.
La resolución del Consejo de Seguridad, a pedido de la propia Somalia, permite a buques de guerra extranjeros operar en las costas de dicho país, enfrentando a las fuerzas pirata, tanto en el mar como en tierra.
La norma internacional convoca, por lo demás, a todos los Estados a criminalizar la piratería marítima y a llevar a prisión a aquellos de sus ejecutores que sean capturados. Pese a que el tema lleva ya algunos años de discusión, la propuesta de la Federación Rusa de organizar, en territorio somalí, tribunales especializados en piratería, con una participación internacional sustantiva, sigue, lamentablemente, sin haber sido implementada.
Confirmando lo expresado, han sido muchos los secuestros de buques por piratas en el litoral marítimo de Nigeria. En algunos casos, capturan a sus tripulantes a cambio de jugosos rescates. En otros, los equipos de rescate de la Marina nigeriana logran la liberación, aunque a costa de enfrentamientos a sangre y fuego. Parece evidente que la piratería no es cosa del pasado. Aún existe.