Petro y el mensaje de las urnas
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El resultado de las elecciones de alcaldes y gobernadores celebradas hace pocos días en Colombia supone un revés y un llamado de atención para el gobierno del presidente Gustavo Petro, cuyo candidato sufrió una apabullante derrota en la disputa de la alcaldía de Bogotá, ciudad que gobernó y que ha sido su bastión.
En la capital colombiana se impuso sin necesidad de segunda vuelta el exsenador Carlos Fernando Galán, del Nuevo Liberalismo, partido fundado por su padre, Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado por la mafia del narcotráfico en 1989, cuando era favorito para ganar la Presidencia colombiana.
El presidente Petro y su Pacto Histórico, paralizados por los fracasos de sus reformas, no fueron capaces de presentar candidaturas convocantes en grandes ciudades y gobernaciones. La victoria de los candidatos de la oposición en las principales ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Cúcuta y Bucaramanga reconfigura el mapa político del país de cara a los tres años que le restan a su administración.
Ninguna de las banderas del presidente colombiano fue tema clave de la campaña. Varios de sus programas, como la lucha contra la corrupción y el avance de la paz, requerirán tiempo para materializarse. La insatisfacción y el escepticismo sobre sus políticas han sido evidentes.
El mensaje de las urnas fue contundente, evidenciado en el cambio sustancial que hubo entre un país que hace un año y medio eligió a su primer presidente de izquierda y el que ahora optó en casi todas las ciudades principales y en las gobernaciones por los candidatos oposición a los aliados de Petro.
Las elecciones han dejado claro que el mandatario colombiano necesitará hacer uso del diálogo político para implementar sus programas en las regiones, que han dado un nuevo giro hacia la política tradicional. Los nuevos mandatarios regionales y locales asumirán su cargo el 1° de enero para el periodo 2024-2027 y el presidente se ha comprometido a recibirlos y a trabajar para articular las propuestas locales con el Plan nacional de desarrollo.
Los escándalos de corrupción que rodean a la familia presidencial, las dificultades para acordar la paz con los grupos armados y la creciente violencia le pasaron factura al gobierno. Los más de 22 millones de colombianos que depositaron su voto representan una democracia palpitante que propone un rumbo distinto.
Colombia votó en contra del populismo, la corrupción, el autoritarismo y las políticas económicas fracasadas.