Personal que sobra
El País/Uruguay
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MONTEVIDEO.– Ante la Comisión de Presupuesto de la Junta Departamental de Montevideo, la dirigente sindical Silvia Tejera reconoció muy suelta de cuerpo que en la Intendencia hay empleados que “muchas veces terminan sentados en una silla sin ningún tipo de tarea” y que por lo tanto están “solamente cumpliendo el horario”.
En cualquier lugar del mundo, una confesión de ese tipo, tan tremenda, generaría un escándalo. Pero en la anestesiada Montevideo, pasó como una noticia más o quizás poca gente se dio cuenta de lo que significaba. Tejera lo planteó como un problema a solucionar y en ningún momento se le ocurrió pensar que el tema de fondo era que si ese personal sobraba, no era necesario contar con él. Dio varias explicaciones sobre por qué ocurría, todo en esa oscura jerga que solo quien trabaja en la Intendencia la entiende, y planteó la necesidad de “dignificar” la función para lo cual había que darles algo que hacer.
Se deduce entonces que lo bueno sería inventarles tareas para que parezcan útiles aunque no lo sean. Realmente se trata de una situación surrealista.
En cualquier rubro vinculado a la actividad privada, esa realidad termina en despidos.
Para la Intendencia la solución suele ser la más sencilla: los mantiene a todos. A fin de cuentas, les paga con dinero ajeno.
Que sea la gente quien tape el agujero por tener exceso de personal. Quien anda por la ciudad, quien vive en ella, percibe cuántas y cuáles son las tareas que la Intendencia debería estar cumpliendo, pero que las omite.
Esa es la absurda realidad: hay tareas sin hacer y hay personal que no tiene nada que hacer. Es todo demasiado delirante. La Intendencia sigue sin resolver el drama de la basura. Podría poner parte de ese personal ocioso, a pensar en soluciones inteligentes a un asunto grave que se arrastra desde hace décadas. La lista es aún más larga y quienes viven en Montevideo la conocen de memoria. Pagan mucho para que los servicios se cumplan y ven que reciben poco.