Partidismo político y escuela
Ha provocado justificadas reacciones de protesta en Río Negro una frase agregada en los boletines escolares con miras a la captación de preferencias electorales, lo que constituye otra infracción a las reglas del juego limpio que deben regir y, lo que es todavía más lamentable, afecta el clima ajeno al proselitismo partidario que debe existir en las aulas.
De lo ocurrido en el ámbito educativo de esa provincia patagónica se tuvo conocimiento cuando fueron entregados los boletines de calificaciones, en los cuales, en un espacio marginal, estaba impresa la siguiente leyenda: "2003-2013, una década ganada en educación y en derechos humanos".
Cuando los padres tomaron nota de la novedad, se suscitó en muchos de ellos una fundada actitud de rechazo y protesta, pues consideraron que la leyenda implicaba una inaceptable forma de propaganda partidaria. Una madre de Viedma, muy elocuente, sostuvo que ese mensaje podría admitirse en un espacio adecuado, pero no "en el boletín que recibe un alumno en la escuela".
Otra madre, en este caso de General Roca, se hizo también eco de ese malestar: no firmó los boletines y, en una nota enviada a la dirección de la escuela, se quejó por "utilizar a los hijos como títeres para las campañas políticas". Por su parte, el bloque de legisladores de la Alianza Concertación para el Desarrollo provincial realizó un pedido de informes sobre el episodio, al que calificó de "claramente proselitista".
Los hechos descriptos ponen de relieve el empleo ilimitado de tácticas propagandísticas por parte del partido gobernante, que el gobernador Alberto Weretilneck justificó, mientras que el ministro de Educación rionegrino, Marcelo Mango, buscó minimizar al decir que fue una resolución de enero pasado, a fin de referirse a una política de Estado y no a una reafirmación partidaria.
Lamentablemente, se trata de una práctica con numerosos antecedentes durante los últimos diez años de gobierno kirchnerista. Baste recordar, por ejemplo, el adoctrinamiento de La Cámpora en escuelas del país; el lanzamiento de programas nacionales de educación con contenidos plagados de elogios a las gestiones de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner; el reparto de cotillón partidario kirchnerista en lugares tan impensados como jardines de infantes, e incentivar a los adolescentes a participar en centros de estudiantes con características de neto corte político partidario.
En el caso de Río Negro, ha quedado expuesto el mismo afán de llegar por cualquier medio a la persuasión de los electores, máxime ahora que la ley habilita a los chicos a votar desde los 16 años. En este caso se ha concretado en la contaminación de un documento público, instrumentado para la difusión ideológica del partido gobernante; se trata, pues, de un mensaje que obedece a una táctica de propaganda aplicada indiscriminadamente y que moviliza tendencias de poderío y de lucha.
Como ya hemos sostenido desde estas columnas, estamos ante la necesidad acuciante de formar una ciudadanía autónoma, con capacidad crítica, para que participe de manera entusiasta de la vida política. Y no hay nada más lejano a ese objetivo que el adoctrinamiento partidario en las aulas, una práctica nefasta que, definitivamente, debemos desterrar.