Otra vez los violentos Moyano
Es hora de que la Justicia intervenga ante dirigentes que solo persiguen su enriquecimiento mediante los más condenables procedimientos
La conducción del gremio de camioneros, a cargo de Hugo Moyano y su hijo Pablo, no deja de sorprender con sus habitualmente desmedidas e ilegales pretensiones, cuando no con sus violentas acciones. Desconociendo una vez más el Estado de Derecho, Camioneros se alza por encima de las normas que rigen para todos los habitantes de este país y recurre a la acción directa mediante procedimientos como el bloqueo de las plantas de las empresas que no aceptan sus ilegítimos reclamos.
En un conflicto que tiene ya más de un año, días pasados, la medida de fuerza se impuso sobre la distribución y logística de la firma Mercado Libre, y claramente no nació de un planteo de los propios trabajadores, quienes se manifestaron conformes con el gremio Unión de Carga y Descarga, que los representa y que contó con el aval del Ministerio de Trabajo, hoy impugnado, y no desean cambiar, toda vez que sus tareas se vinculan con la logística interna de la empresa y en nada depende esta de Camioneros.
En un afán tan expansivo como extorsivo, la voracidad de los Moyano los conduce a buscar que ese personal pase a revistar en el Sindicato de Choferes de Camiones. Es un reclamo de encuadre sindical que en principio sería legítimo si respetara el procedimiento reglado que establece la ley para las discusiones entre gremios. Lamentablemente, un vez más, el gremio camionero exhibe su falta de respeto y su propensión a la confrontación cuando opta por querer imponer su voluntad por las vías de hecho, recurriendo reiteradamente a la violencia y produciendo estos desaguisados, a los cuales los ciudadanos asistimos absortos e indignados por su injustificable prepotencia. También resulta sumamente preocupante que el propio Alberto Fernández elogie y califique de ejemplares a dirigentes gremiales de esta calaña cuando debería ser el primero en condenar sus ilegítimos procederes.
Históricamente, la avidez de poder económico y político de la conducción de Camioneros ha regido su peligroso accionar.
Estas calamidades ocurren porque no hay sanciones para esa conducta manifiestamente ilegal. En primer lugar, el Ministerio de Trabajo debería sancionar esos arbitrarios bloqueos. Tiene facultades suficientes para hacerlo y su omisión encierra no solo aquiescencia, sino también procederes reñidos con los deberes de los funcionarios públicos involucrados. La propia Justicia Penal debería intervenir ante graves crímenes como la violación de domicilio, las amenazas y, quizá, la asociación ilícita, ya que estos procedimientos se han convertido en un frecuente modus operandi.
Resulta preocupante que Alberto Fernández califique de ejemplares a dirigentes gremiales de esta calaña cuando debería ser el primero en condenar sus ilegítimos procederes
La pregunta que se impone es hasta cuándo serán toleradas estas conductas. ¿No somos todos iguales ante la ley? La respuesta confirma que algunos pueden guarecerse detrás de una impunidad rampante, vergonzosa e inexplicable.
Pablo Moyano, refiriéndose a Mercado Libre, dijo: "Es una empresa que ha ganado, gana y va a seguir ganando millones de dólares con sus negocios, pero a costillas de los trabajadores". Nada más alejado de la verdad, aunque seguramente es la verdad lo que a ese dirigente más le molesta, pues no solo el sueldo básico de sus empleados es un 25% superior al del gremio camionero, sino que además, ante la emergencia, supieron negociar con la empresa el pago de una bonificación equivalente a 500 dólares.
¿A qué se refiere Moyano cuando dice que actúa para resguardar la dignidad de los trabajadores? "Gracias por tanta dignidad", se lee en la página web sindical. Nos preguntamos qué reglas semánticas maneja cuando todo lo ha conseguido precisamente pisoteando la dignidad de los trabajadores, esquilmándolos para su propio beneficio y el de su familia, con un discurso mentiroso que solo incita a la violencia.
¿Quién es Moyano para reprocharle a una empresa ganar millones de dólares como si fuera algo dañino, cuando en los países serios, esos que ofrecen un alto nivel de vida a sus habitantes, incluidos los trabajadores, una empresa que gana mucho es valorada porque genera trabajo genuino e ingresos al fisco? En la Argentina, una vez más, circulamos a contramano del mundo y cada vez son más los que promueven la estatización y el intervencionismo en lugar de apostar al desarrollo, celebrando que haya cada día más empresas exitosas.
En estos días, Mercado Libre, la mayor empresa de tecnología de la región, confirmó en tiempos de generalizada recesión su liderazgo con la duplicación de su valor. Con la aceleración experimentada por el comercio online, la exitosa plataforma ha servido también para sostener la actividad de numerosas pequeñas empresas que luchan por sobrevivir en tiempos de Covid-19, generando así miles de puestos de trabajo en un ejemplo de innovación, creatividad y eficiencia de enorme potencial.
No veamos estos sucesos con indiferencia. Es imprescindible que con los medios legales a nuestro alcance impidamos que estas prácticas patoteriles se naturalicen, que ese pensamiento absurdo crezca, porque allí radica una de las causas de nuestra decadencia. No se puede tapar el sol con las manos. El futuro avanza inexorable pese a que el poder político y la Justicia sigan sin poner en caja a buena parte de nuestras vetustas y prepotentes dirigencias sindicales. Una vez más, si pudiéramos garantizar a los trabajadores mejores accesos a la educación, ellos mismos comprenderían cómo, lejos de defender sus justos derechos, ciertos dirigentes que dicen representarlos solo persiguen su propio enriquecimiento mediante los más condenables procederes mafiosos.