Obras ferroviarias altamente beneficiosas
Tanto el recientemente inaugurado viaducto del Ferrocarril Mitre como otros dos en construcción tendrán ventajas directas, inmediatas y relevantes
La inauguración del viaducto elevado de cuatro kilómetros del Ferrocarril Mitre entre Belgrano y Núñez será apreciada tanto por los pasajeros del tren como por automovilistas y vecinos que sufrían la interferencia ferroviaria en la trama urbana. Con esta obra se han eliminado ocho barreras y se hace posible la continuidad de otras cuatro calles hasta hoy interceptadas por las vías férreas.
El viaducto del Mitre es el primero que se termina dentro de un programa que incluye también un tramo de cinco kilómetros del Ferrocarril San Martín, que se espera inaugurar antes de octubre, y otro de 5,6 kilómetros del Belgrano Sur, que será finalizado en 2020. Estos otros dos viaductos producirán beneficios iguales o superiores al ya habilitado. En el caso del San Martín, se resolverá el complejo nudo de las intersecciones con las avenidas Juan B. Justo y Córdoba. Esta nueva obra permitió demoler el puente que, por sus problemas estructurales, ya no era reparable y requería su reemplazo.
Desde esta columna editorial hemos sostenido que la alternativa más recomendable para mejorar la capacidad y calidad del transporte en los grandes centros urbanos es la de los sistemas masivos electrificados y guiados. Los grandes volúmenes de tráfico que se mueven desde la periferia hasta los centros administrativos y comerciales no podrían tener respuesta mediante el agregado de nuevas autopistas. Estas exigirían costos prohibitivos de expropiaciones y construcción, además de generar impactos ambientales y externalidades negativas que no se producen con ferrocarriles electrificados, sean elevados o subterráneos.
La red ferroviaria metropolitana de Buenos Aires fue pionera en su época, al igual que la de subterráneos. Su desarrollo y electrificación tuvo inicio antes que las de las demás naciones latinoamericanas y que las de muchas ciudades de países avanzados. Esa ventaja se perdió, como también se deterioró sistemáticamente la capacidad de generar fondos o de atraer inversiones para obras de infraestructura que requieren largos períodos de maduración. La recomposición de estos atributos requerirá políticas económicas serias y un manejo fiscal extremadamente riguroso a fin de recuperar la solvencia.
En este camino, las inversiones en infraestructura deben ser cuidadosamente priorizadas, dejando de lado proyectos ostentosos o inversiones de gran dimensión, pero de baja rentabilidad.
Los tres viaductos ferroviarios mencionados no entran en estas calificaciones, ya que requieren montos acotados con beneficios directos, inmediatos y relevantes. Merecen por lo tanto un pleno apoyo y un juicio positivo.