Nuevos actores viales
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Buenos Aires llegó a tener unos 2700 monopatines eléctricos y 300.000 usuarios registrados antes de 2020, de la mano de cuatro empresas privadas de alquiler que luego abandonaron el mercado. Tras la pandemia, la venta de motos y monopatines creció un 40% y sobre estos últimos surgieron interrogantes respecto de su seguridad y riesgos tanto para conductores como para peatones. Ante la existencia de un vacío normativo aparecieron reglas locales para estos nuevos vehículos útiles y de bajo costo en combustible y mantenimiento.
En 2020, la Agencia Nacional de Seguridad Vial comenzó a regular ese funcionamiento, pues monopatines y patinetas eléctricas no figuran en la ley nacional de tránsito. Aunque no estén registrados y no lleven patente deben respetar y cumplir las normas: contar con sistema de frenos, iluminación, bocina o timbre y solo pueden ser conducidos por mayores de 16 años, con casco de uso obligatorio.
Algunos modelos alcanzan los 100 kilómetros por hora, pero en las calles solo tienen permitido circular hasta 25 km/h por ciclovías, donde las hay y, cuando no, por la calzada. No se permite su tránsito por vías rápidas como autopistas o algunas avenidas.
Algunos países reglamentaron la prohibición de circular por veredas y de llevar a más de una persona por unidad. Fijaron incluso seguros de responsabilidad civil por daños que pudieran causar a terceros.
Días atrás tuvo lugar en Alemania el Foro Internacional de Transporte (ITF), creado en 1953 y al que nuestro país se sumó en 2015. Bajo la consigna “Transporte que habilita economías sostenibles” se destacó el protagonismo que cobraron bicicletas y monopatines eléctricos. Una suba del número de muertos de estos nuevos actores viales se registra en la Argentina y en Colombia. El informe presentado por ese foro a partir de investigaciones en 19 países de Europa plantea la importancia de mejorar el diseño de los vehículos como, por ejemplo, cambiar el tamaño de las ruedas y la ubicación del manubrio que han demostrado disminuir riesgos. Separar a monopatines y bicicletas del resto del tránsito ha sido un acierto en distintas partes del mundo.
Cabe recordar que el año pasado un referéndum realizado en París terminó con los permisos de alquiler de monopatines que tenían tres empresas tras numerosos accidentes que los involucraron, muchos de ellos luctuosos. En Nueva York, debieron intensificarse los controles sobre la seguridad de las baterías de litio con las que operan esos vehículos.
Resulta crucial el diseño de políticas públicas para fijar regulaciones y mejorar la infraestructura. La prioridad debe ser siempre la seguridad vial.