Nuevas drogas sintéticas
- 3 minutos de lectura'
El mundo de las drogas sintéticas está en permanente evolución, con un universo creciente de buscadores de nuevas sustancias. En general, su consumo tiende a asociarse a un uso recreativo, pero en realidad los perfiles son bastante heterogéneos, desde los ocasionales en entornos festivos, hasta los policonsumidores crónicos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que en la actualidad hay más personas consumiendo drogas y más tipos de estupefacientes que nunca. A sustancias como el cannabis, la cocaína y la heroína se suman cientos de drogas sintéticas, muchas sin control internacional e incluso medicinas legales utilizadas a falta de alucinógenos.
Según la Asociación Antidrogas de las República Argentina (AARA) hay en el país aproximadamente unos 7,5 millones de adictos a distintas drogas incluidas las sintéticas, lo que genera constantes desafíos tanto al sistema de seguridad como al sanitario.
Actualmente, la alerta está puesta sobre la peligrosa Coketa, una droga con fuerte presencia en fiestas electrónicas que combina la ketamina –droga de síntesis que se utiliza en medicina y veterinaria por sus propiedades sedantes, analgésicas y anestésicas– con la cocaína, de fuertes efectos sobre el corazón, que pueden llevar a la muerte.
No menos preocupante es la aparición de Captagon, una vieja droga que ahora está de moda en Medio Oriente. Por años, fue utilizada como antidepresivo de prescripción médica en Occidente, aunque luego estuvo prohibida tras demostrarse su elevado potencial adictivo. Captagon es el nombre comercial que adoptó la fenetilina, una combinación de anfetaminas y teofilinas que relaja la musculatura alrededor de los pulmones, utilizada para tratar la narcolepsia y el déficit de atención o hiperactividad.
Amine Benyamina, jefe del Departamento de Adicciones y Psiquiatría del Hospital Paul-Brousse, de París, señala que el Captagon, como anfetamina, estimula el estado de alerta, la lucha contra la fatiga, el rendimiento intelectual y excita todo el metabolismo básico, especialmente el cerebral. Es por tanto muy atractivo para aquellos que necesitan trabajar todo el día, ya que quita el hambre y el sueño y da un impulso de energía. Pero cuando se abandona, los efectos son devastadores: gran fatiga, dificultad para conciliar el sueño, riesgos de convulsiones y paros cardíacos.
Hasta hace no mucho, se denunciaba que su producción era una de las fuentes de ingresos del autodenominado Estado Islámico, por lo que se la llegó a llamar la “droga de los terroristas”. Según Caroline Rose, investigadora del Newlines Institute for Policy and Strategy, un think tank con sede en Washington, el Captagon se ha convertido en la principal fuente de ingresos para el gobierno sirio, una industria multimillonaria que en 2021 produjo ganancias por 5700 millones de dólares.
Como señalamos en estas columnas, la cantidad de trastornos y consecuencias, casi todas graves, hacen del consumo de drogas, sintéticas o no, un factor en el que el Estado y sociedad civil, desde distintos niveles y con grados de responsabilidad diversos, están implicados. No se puede mirar para otro lado. Motivos sobran para insistir en que la prevención es el abordaje indicado del problema.