Nuestra economía
Ni la sociedad ni buena parte de su dirigencia política y social han tomado conciencia de que nuestra economía muestra rasgos desmesurados y excéntricos que nos frenan, algo que no es comparable con la situación de ningún otro país.
Un primer concepto es el retraso. La Argentina es el país que más se rezagó respecto de otros en los últimos cien años. Luego viene lo fiscal y la trampa perfecta (en 2015, pero con varios antecedentes similares) de gasto público récord y baja productividad, mayor presión tributaria que nunca antes, evasión muy alta (dos veces la de Chile) y déficit fiscal formidable. El tercer rasgo desmesurado es la inflación alta crónica y la más prolongada del mundo. Este 2019 cumple 75 años, sus bodas de brillante, aunque de brillo no tiene nada. Hemos logrado derrotar a cuanto plan de estabilización se interpuso en nuestro afán inflacionario.
¿Cómo estamos hoy? Intentando estabilizar nuestra moneda por undécima vez en 75 años. El programa en marcha tiene una clara ventaja, pero también una importante limitación. La ventaja es que la ruta elegida es la correcta, en tanto se centra en el ordenamiento de las cuentas fiscales. Y ellas son el principal componente del mayor problema económico: pretender gastar por encima de los ingresos propios o de la capacidad de repago.
También habría que atacar a fondo nuestra carencia de acuerdos básicos. Pero no es fácil en tiempos de "la grieta" aunque, parafraseando a Marechal, bien podríamos recordar que de las grietas, como de los laberintos, se sale por arriba.
Es imprescindible exponer mucho más claramente a la ciudadanía la estrategia oficial de desarrollo inclusivo y sostenible, cuáles son los fines y los medios, los pasos y los plazos, y su despliegue territorial.