No se queje si no se queja
“Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja”. (De “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo)
3 minutos de lectura'


Recuerdo que era un domingo agradable. Mi padre, afiliado radical, estaba más que decidido: iba a votar por Ricardo Balbín en los comicios presidenciales de 1973. Mi madre se inclinaba por Julio Chamizo, de Nueva Fuerza. Dos de mis tíos no dudaban en apoyar a Héctor Cámpora, del Frente Justicialista de Liberación. Una prima, que ese año se estrenaba en las lides del sufragio, iba a hacerlo por Francisco Manrique, de la Alianza Popular Federalista, mientras que a mi abuela, que no votaba porque era italiana, le gustaba Oscar Alende, de la Alianza Popular Revolucionaria. Todos habíamos almorzado juntos antes de salir para las escuelas. Yo, una niña entonces, pedía poder acompañarlos en el cuarto oscuro. Recuerdo que, entre el plato de pastas y el postre, hubo discusiones políticas de variado tono, pero todos, absolutamente todos coincidían en que votar era sagrado, que nadie debía renunciar a la posibilidad de elegir. A falta de una, en 1973 hubo otra elección presidencial en la que ganó Perón. Fue la última en democracia hasta 1983.
No se queje si no se queja, decía una vieja sentencia, cuya eficacia hoy es difícil poner en duda. Y el voto es, al mismo tiempo, un aval y un reclamo. No puedo asegurar cuánto entendía de política el grueso de mi familia, pero sí que no les era indiferente.
El recuerdo viene a cuento de la escasa participación electoral que se ha venido registrando en comicios provinciales. Y no tanto porque en nuestro país el voto sea obligatorio, porque ya se sabe que, en cuestiones de amnistías somos campeones, sino porque se desperdicia esa oportunidad única para que nuestra voz se escuche en vez de andar rumiando sin actuar.
Hoy se habla de voto bronca, voto castigo, voto emocional y voto vergonzante, entre otras muchas categorías no tipificadas en la ley. A la hora de la apertura de las urnas se hablará seguramente del voto oculto que hizo claudicar a encuestadores o del voto silencioso que a último momento fue para A y no para B, como se estimaba o que, yendo para A parecería beneficiar a B, porque todo es según el cristal con que se mire o, como decía el protagonista de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, al llegar a Comala en busca de su padre, el camino tanto subía como bajaba. “Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene, baja”.
Subamos y bajemos hoy, entonces, con la convicción de que, más allá del resultado, nos pusimos en marcha.

Otras noticias de Nota de Opinion
Últimas Noticias
Ahora para comentar debés tener Acceso Digital.
Iniciar sesión o suscribite