Navalny, prisionero de Putin
La dictadura rusa continúa ensañada con el líder opositor Alexei Navalny, a quien aplicaron ahora una nueva condena a 19 años de cárcel tras ser declarado culpable de cargos de extremismo relacionados con las actividades de su Fundación Anticorrupción (FBK, por sus siglas en ruso).
La FBK fue declarada ilegal luego de denunciar el enriquecimiento ilícito de altos funcionarios, incluido Putin, a través de una investigación que expuso sus opulentos estilos de vida.
El nuevo castigo se suma a los nueve años de prisión a los que había sido condenado anteriormente acusado de desafiar a funcionarios del gobierno, malversar fondos, fraude, violaciones de la libertad condicional y desacato al tribunal.
Navalny tendrá que cumplir la pena bajo un régimen especial que se aplica a los presos con cadena perpetua, en una celda de 2 metros por 3, en condiciones inhumanas.
El líder opositor está encarcelado desde 2021, después de que regresó a Rusia tras recuperarse de un intento de envenenamiento en Alemania, del cual fue culpado el gobierno ruso. La persecución en su contra se remonta a 2011, cuando expuso con pruebas contundentes la corrupción sistémica sobre la que se asienta la administración rusa.
Los nuevos cargos por los que ha sido condenado carecen de todo sustento legal. Al respecto, el director para Europa y Asia Central de Human Rights Watch (HRW), Hugh Williamson, manifestó: “La nueva condena totalmente infundada es un testimonio de la determinación del Kremlin de decapitar a la oposición rusa. Las autoridades han abandonado cualquier pretensión de justicia en el trato con los disidentes”.
El anuncio de la sentencia, en el contexto de la invasión de Ucrania, es un mensaje que Putin envía a quienes se oponen a una guerra injusta y a las decisiones políticas internas contrarias al ejercicio de los derechos fundamentales.
El martirio de Navalny no tiene visos de concluir mientras Putin siga en el poder. El coraje y la determinación para combatir al régimen lo han convertido en un símbolo, sin duda el más reconocible, de la lucha contra la dictadura rusa.
LA NACION