Monopatines y seguridad vial
Un nuevo actor vulnerable y peligroso para sí y los demás se incorporó últimamente al sistema de tránsito de la ciudad. Se trata de los monopatines eléctricos, que cada día suman nuevos adeptos. Se trata de vehículos económicos, ligeros, respetuosos con el ambiente y no necesitan seguros ni permisos para circular. Estas virtudes favorecieron su veloz expansión, con la aparición de empresas de alquiler.
Ante la rápida aceptación de este medio de transporte que brinda una solución de movilidad urbana eficiente, la Legislatura porteña decidió darle un marco legal y, en mayo pasado, aprobó la ley que regula el uso de monopatines eléctricos en la ciudad. La norma determina a estos vehículos como dispositivos de una única plaza, por lo que no podrán llevar acompañantes, y serán propulsados exclusivamente por motores eléctricos. Además, deben tener un sistema de frenos que actúe sobre sus ruedas, una base de apoyo para los pies, timbre o bocina que permita llamar la atención, elementos reflectantes para una adecuada visibilidad y disponer al menos de una luz delantera y otra trasera. Su velocidad máxima será de 25 kilómetros por hora. Podrán circular únicamente por las bicisendas, ciclovías y ciclocarriles, y en las zonas donde aquellos no existan podrán ir por la calzada, del lado derecho, pero no por avenidas y veredas, ni tampoco ser impulsados asiéndose de otro vehículo. No hace falta licencia, pero hay que ser mayor de 16 años para conducirlos y el uso de casco es obligatorio.
Pese a la reglamentación, su uso provoca controversias entre los especialistas en seguridad vial. Algunos consideran que son inestables y poco visibles; otros creen que son cómodos para viajes cortos y que hay que poner el foco en la concientización para un buen manejo.
La asociación civil Luchemos por la Vida prevé que el empleo de estos vehículos en Buenos Aires aumentará la posibilidad de accidentes. La revista médica JAMA (siglas de Journal of the American Medical Association) recogió un estudio realizado por la Universidad de California, que contabilizó el número de atenciones de urgencias por accidentes por monopatines eléctricos realizadas en dos centros hospitalarios de Los Ángeles. Los casos fueron más elevados de lo que se esperaba: 249 personas fueron atendidas por lesiones entre agosto de 2017 y septiembre de 2018, siendo las más frecuentes las fracturas y las conmociones en la cabeza. De este volumen, el 92% de los atendidos fueron los propios conductores.
Por otro lado, y en lo que constituyó la primera víctima en Gran Bretaña, en julio de este año la famosa youtuber Emily Hartridge murió al ser atropellada por un camión cuando se trasladaba en un monopatín eléctrico En España, en 2018, cinco personas murieron en accidentes de este tipo, aunque en total hubo unas 273 involucradas. El análisis revela que este tipo de vehículos tuvo responsabilidad en el 90% de los casos, generalmente por imprudencia, descuidos o falta de pericia.
Si bien estos vehículos reportan beneficios de movilidad y ausencia de emisiones en el entorno urbano, la prioridad debe ser la seguridad vial, tanto en lo que respecta a los propios usuarios de monopatines como a la población en general. Es de esperar que las autoridades hagan cumplir la normativa vigente de manera de evitar consecuencias no deseadas.