Mil días: sumar asignaciones no resuelve el problema
El plan de apoyo a las mujeres embarazadas para seguir adelante con su maternidad debe basarse en mucho más que en la simple ayuda económica
En la Argentina, según la Organización Mundial de la Salud, la tasa de mortalidad infantil de menores de cinco años es de diez por cada 1000 nacidos vivos, una cifra que supera la de países vecinos como Uruguay, donde es de ocho, y Chile, que ronda los siete. De ahí que, más allá de la desafortunada sanción de la ley del aborto por el Congreso de la Nación, la aprobación del plan de los mil días, que busca apoyar a aquellas mujeres embarazadas que quieren seguir adelante con su maternidad pero no cuentan con recursos materiales suficientes, haya generado alguna expectativa favorable.
En medio de un clima controversial por el debate en simultáneo de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, el proyecto de los mil días llegó con un mucho más amplio respaldo de los legisladores y de la sociedad. Sin embargo, es importante destacar que el apoyo económico es solo uno de los muchos que necesita una madre, y más aquellas en situación vulnerable, ya sea por sus condiciones socioeconómicas o su edad.
En este sentido, el plan de los mil días, que en realidad se denomina Atención y Cuidado Integral de la Salud durante el Embarazo y la Primera Infancia, apunta a "bajar la mortalidad, malnutrición y desnutrición, además de prevenir la violencia, protegiendo los vínculos tempranos, el desarrollo emocional y físico y la salud de manera integral de las personas gestantes y de sus hijos e hijas hasta los tres años de vida".
Por eso, con una mirada tan abarcadora como la que plantea la iniciativa, es preciso salir de la concepción del apoyo como algo meramente económico. Sobre todo porque si algo no está faltando en la Argentina actual son planes sociales que acerquen recursos a los sectores más necesitados. Cabe recordar que en el país, los menores de 18 años, que son hijos de trabajadores no registrados o monotributistas sociales, ya reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH). A esto también se suman la Asignación por Embarazo para Protección Social (se cobra a partir del tercer mes de concepción) y la tarjeta Alimentar, que es justamente para quienes ya perciben las dos asistencias mencionadas.
Cabe preguntarse, entonces, si este plan que el gobierno nacional ha promovido no tiene que ver con querer balancear su agenda. Es cierto que la ley de los mil días incluye el seguimiento de la vacunación, el acceso a leche maternizada, alimentos y medicamentos, pero ¿acaso la AUH no lo contempla también? Quienes perciben este beneficio social deben presentar el carnet de vacunación de sus niños al día, así como los boletines escolares, según corresponda por edad.
En los hospitales públicos el 37% de los nacimientos se producen sin las condiciones obstétricas y neonatales esenciales
Si analizamos las cifras de mortalidad infantil, veremos que, considerando la cantidad de nacimientos que se dan en la Argentina, se podrían evitar 1400 muertes por año si tuviéramos los registros de Uruguay, y más de 2000 si nos acercáramos a los números chilenos.
Ahora bien, según un reciente informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), una de las razones que explican este fracaso sanitario la brinda un relevamiento del Ministerio de Salud de la Nación. Este estudio señala que en los hospitales públicos el 37% de los nacimientos se producen sin las condiciones obstétricas y neonatales esenciales. Esto implica que unos 23.500 nacimientos por año se realizan en condiciones inseguras.
En la Argentina, donde la salud tiene una organización federal, "la superposición de funciones genera despilfarro de recursos públicos y diluye las responsabilidades respecto al fracaso", señalan desde Idesa. Del mismo modo, el registro de nacimientos está a cargo de los municipios bajo la regulación de las provincias y la Nación. Entonces, la multiplicidad de actores, jurisdicciones y también de beneficios, lejos de dar mejores condiciones de vida a las madres y bebés, termina generando enormes agujeros negros que resultan muy oportunos en la esfera estatal para imputar gastos infructuosos.
Resulta llamativa, por otro lado, la exclusión de los padres en estos planes, pues, como se mencionó en el debate en el Congreso, el programa apunta a ampliar derechos al binomio madre-hijo. Esto es muy bueno, pero pensar en una sociedad más justa sería ir más profundamente y plantear, por ejemplo, cómo se reparten las horas de cuidado de los niños hasta los tres años para que no recaigan solo en la mujer, cómo se les facilita a las madres la reincorporación laboral y cómo se establecen planes para que aquellas que estudian no deban cortar sus carreras.
Criar a un niño durante los primeros tres años no es simplemente alimentarlo, acunarlo y mantenerlo limpio.Con una nueva asignación no se resolverán los problemas tan endémicos que la Argentina tiene en cuanto a la maternidad y a cómo se sobrecarga a la mujer, incluso a la que decidió conscientemente ser mamá. Es preciso ver y proteger a ese binomio, es cierto, pero eso debe implicar mirar por igual a ambas partes, sin excluir a quienes forman parte de su entorno.