Mensajes mafiosos
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Una vez más, ha quedado demostrado que el nuevo ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, carece de la mínima idoneidad moral para ocupar un cargo público. Su reciente mensaje intimidatorio, dirigido al reconocido humorista gráfico de LA NACION Cristian Dzwonik, más conocido como Nik, es otra prueba contundente.
Molesto por una crítica que, a través de la red social Twitter, había formulado Nik hacia algunas de las últimas medidas económicas oficiales –más precisamente, el obsequio de artefactos electrodomésticos o de viajes de egresados–, Aníbal Fernández respondió por la misma vía, con un tono patoteril e intimidante, e identificó el colegio privado al que asisten las hijas del historietista, señalando que esa escuela recibía subsidios del Estado. Algo que, por otro lado, era incorrecto y dio cuenta de la liviandad e irresponsabilidad con que el ministro ventila datos sin un mínimo chequeo.
Resulta inadmisible que un funcionario público –y, en particular, quien está a cargo de velar por la seguridad de la población– use información personal de un ciudadano para amedrentarlo y amenazarlo por sus opiniones políticas. Se trata de un claro abuso de poder.
Más aún, el tuit del ministro ocultó un mensaje mafioso, como si le advirtiera a quien se anima a cuestionar al Gobierno que sabe a qué colegio van sus hijos. Cabe preguntarse, ante esta intimidación a un profesional del humor gráfico, qué podrían esperar de funcionarios como Aníbal Fernández los magistrados o los fiscales que deben resolver en escándalos de corrupción que involucran a integrantes de su fuerza política o del Poder Ejecutivo.
Indigna, a su vez, el llamativo silencio cómplice del gobierno nacional, que es una forma indirecta de avalar la canallesca actitud del ministro de Seguridad.
Aníbal Fernández apenas ensayó un tímido pedido de disculpas. “Es obligatorio aclarar el tema de lo que se pensó que sería una amenaza. Yo jamás me metería con los hijos de nadie. Si él lo tomó así, si se sintió así, le pido disculpas de manera honesta”, dijo, en declaraciones a TN. “Un caballero pide disculpas”, añadió el ministro, pese a que contradictoriamente dijo no sentirse arrepentido.
Según el diccionario de la Real Academia Española, un caballero es aquel hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad. Nada de eso ha venido demostrando Aníbal Fernández, ni en esta ni en anteriores ocasiones en las que hizo gala de su estilo pendenciero, grotesco y soberbio.
No es la primera vez que, desde un gobierno kirchnerista, se recurre a los mensajes violentos para amedrentar a quien piensa distinto. Por eso, frente a aquellos que pretenden hacerse los distraídos, naturalizando una agresión semejante, es bueno que se hayan alzado tantas voces condenando las expresiones del ministro. No solo de las organizaciones que agrupan a periodistas y medios de comunicación, o de las fuerzas políticas opositoras, sino de la sociedad en su conjunto.