Menos hambre, más futuro
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Hablar del hambre y la pobreza en la Argentina es aceptar qué lejos estamos de aquel país próspero que supimos ser. Muchos aún andamos confundidos, resistiéndonos a aceptar la dolorosa realidad de millones de compatriotas, tantos de ellos niños, que no llegan a satisfacer necesidades básicas. El hambre, la más escandalosa.
Tampoco parece que podamos acotar este estado de cosas a una “crisis” con fecha de inicio y de final, cuando la coyuntura se prolonga y los pronósticos más optimistas delinean un horizonte preocupante. Será por todo esto que como sociedad debimos arbitrar los medios para reducir lo más posible el doloroso impacto de la realidad sobre la vida y el futuro de muchos. Los bancos de alimentos (www.bancodealimentos.org.ar/) nacieron con un objetivo concreto: ayudar a quienes sufren hambre, mejorar la nutrición y evitar los desperdicios de alimentos que pueden aprovecharse. Nos llevó años conseguir la sanción de la llamada ley del buen samaritano, que facilitó la donación de alimentos y apuntaló una labor tan valiosa a la que se suman a diario tanto personas como empresas con ganas de ayudar.
El Banco de Alimentos cumple 20 años entre nosotros. La necesidad alimentaria también cumple por lo menos 20 años y lejos estamos de celebrarlo. Pero no podemos pasar por alto el compromiso de una institución seria y transparente que ha alcanzado hitos importantes en la denodada tarea de ayudar a los que sufren hambre. “Construir futuro es decir presente”, resumen.
La emergencia sanitaria agravó la emergencia alimentaria, con miles de chicos y chicas que asisten a comedores sociales. A la fecha son más de 1300 las organizaciones sociales que reciben asistencia del Banco, cubriendo a más de medio millón de personas, habiendo distribuido más de 66 millones de kilos de alimentos y productos gracias al generoso trabajo de una red de 370 voluntarios.
Promover las donaciones de la industria alimentaria, del supermercadismo y de productores de frutas y verduras es el primer paso, para luego clasificar los alimentos, almacenarlos y distribuirlos con la ayuda insustituible de donantes de servicios de logística.
Sobre terrenos donados hoy enfrentan el desafío de construir un depósito propio de 2500 metros cuadrados con posibilidades de ampliación en Benavídez, partido de Tigre, para recibir más donaciones de alimentos, mejorar las operaciones y ayudar a más personas.
Ejemplo de gestión eficiente y comprometida, la trazabilidad de los aportes asegura el destino de cada donación. A lo largo de dos décadas han sabido adaptarse para potenciar la ayuda y hoy, más que nunca, necesitan del aporte de la comunidad. Celebremos los logros alcanzados acercando nuestra contribución para que este banco que atiende en horario extendido siga sumando voluntades detrás del interés por lo que realmente importa.