Medio Oriente, alarmante escalada
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El fantasma de una guerra total, a gran escala, se cierne por estos días sobre el cielo del Medio Oriente, eje de conflictos que han afectado la seguridad mundial en los últimos cincuenta años, no solo por sus recursos petroleros, que suponen un gran porcentaje de las reservas mundiales sino también por la delgada línea que ha separado a muchos de los gobiernos de la zona de las actividades de distintos grupos terroristas.
Los enfrentamientos, incrementados desde el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre del año pasado, agudizaron las tensiones en la región y ahora la comunidad internacional teme estar en la antesala de un conflicto más amplio. El primer ministro Benjamin Netanyahu tiene cuatro frentes abiertos: contra Hezbollah en el Líbano, Hamás en Gaza, los hutíes en Yemen y una posible confrontación directa con Irán.
Desde esos territorios las milicias de Teherán actúan en solidaridad con el pueblo palestino, aunque se trata de una guerra asimétrica del régimen de los ayatolás contra su enemigo número uno. Israel tiene el legítimo derecho a defenderse y a vivir dentro de fronteras seguras y está convencido de que debe eliminar la amenaza que representan para su supervivencia estas organizaciones terroristas, que cuentan con apoyo y respaldo financiero y militar de Irán.
La historia reciente ha demostrado que el recurrente ciclo de ataques y represalias no ha traído estabilidad ni seguridad a ninguna de las partes. En lugar de resolver diferencias, ha generado más odio, resentimiento y deseos de venganza, profundizando las divisiones que ya existen. El costo humano de esta cruenta violencia es siempre elevado: la pérdida de vida de civiles inocentes, familias desplazadas y generaciones enteras que quedan marcadas por el trauma de la guerra.
En las próximas semanas, los principales actores del conflicto realizarán movimientos que, seguramente, serán claves para el futuro. Como lo señaló el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ante el Consejo de Seguridad, la región “se está convirtiendo rápidamente en un infierno”.
Los conflictos en Medio Oriente, complejos, multifacéticos y multicausales, rara vez encontraron una solución por la vía armada. Es de esperar que los líderes mundiales, así como los responsables de las partes involucradas, opten por el diálogo y la diplomacia como únicas alternativas viables para detener el sufrimiento de las poblaciones y evitar que los enfrentamientos agraven aún más la situación.