Más árboles y calidad de vida
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En ocasión del Día del Medio Ambiente, el 5 de junio pasado, el gobierno porteño anunció que planea plantar más de 22.500 árboles este año. El Plan Maestro de Arbolado contempla sumar más de 30 especies diferentes, priorizando la flora autóctona, para refuerzo o reposición de la estructura verde metropolitana.
También se concretarán plantaciones en la Reserva Ecológica Costanera Sur –para restaurar los ejemplares que se quemaron en los incendios de enero pasado–, en el arroyo Cildáñez, en el Parque Indoamericano y en el Parque del Arroyo Vega.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud contemplan que debe haber mínimamente un árbol cada tres personas en ámbitos urbanos. De acuerdo con los resultados del último censo, de ahora a fin de año, los nuevos árboles en la ciudad de Buenos Aires llevarán la relación a uno cada 6,1 habitantes porteños, por lo que aún queda mucho más por hacer.
Corresponde celebrar todo lo que conduzca a aumentar la cantidad y calidad de los espacios verdes urbanos; pero de igual manera es necesario que se agoten las instancias antes de proceder a talar desaprensivamente añosos ejemplares. Una petición de Change.org recogía el pedido de salvar un eucalipto de más de 130 años de 30 metros de altura emplazado en Cuba al 4500, donde se levanta un nuevo proyecto inmobiliario. Originalmente, el predio estaba destinado a ser la Plaza Soldi, pero de buenas a primeras, a fines de 2021, se aprobaron los pliegos para la obra. El lema “Respirar naturaleza” del grupo desarrollador colisiona con el plan y bastaría con que se intentara al menos trasladar el árbol a otra ubicación. El cemento jamás reemplazará a la naturaleza y el desafío arquitectónico es integrar los árboles respetando su derecho a permanecer. Hoy es en Lomas de Núñez, mañana será en otro lado.
Falta conciencia sobre el valor de cada ejemplar. Tampoco se conoce un plan de salvataje por fuera de la acción de vecinos comprometidos que muchas veces interpelan a los funcionarios sin hallar respuestas.
Entretanto, noticias recientes dieron cuenta de la instalación del primer “árbol líquido” local en la estación de servicio de avenida Figueroa Alcorta y Juramento. Se trata de fotobiorreactores urbanos que utilizan la capacidad de microalgas que realizan su fotosíntesis y fijan el dióxido de carbono produciendo oxígeno, cuando por tratarse de un entorno reducido no se puede plantar un árbol. Explican sus creadores, de origen serbio, que cada uno equivale a unos 20 árboles jóvenes o a 200 metros cuadrados de césped en cuanto a su capacidad para purificar el aire.
Cuando el cambio climático amenaza la calidad de vida en el planeta, la humanidad debe intensificar sus esfuerzos para contrarrestarlo. La llegada de soluciones biotecnológicas como la comentada nos transportan a una realidad que tiene mucho de ciencia ficción aun cuando podamos ponderar algunas de sus ventajas. Incapaces de acoger a las aves o de brindar una agradable sombra, la naturaleza será siempre irreemplazable.