Manteros en conflicto
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Según la Cámara Argentina de Comercio (CAC), la venta callejera ilegal en la ciudad de Buenos Aires aumentó el mes último un 18% en comparación con noviembre. El promedio de 2022 fue de 1009 puestos ilegales detectados mensualmente. En 2021, hubo 891 y 586 en 2019, lo que muestra un incremento del 13% y del 72%, respectivamente.
La entidad también relevó que son diez las cuadras más afectadas (61% del total de puestos) y que la zona de Once concentró seis cuadras de ese total. Las irregularidades incluyen falsificaciones de prendas y calzados. En Retiro, la ilegalidad se centra en óptica, fotografía y joyería.
A pesar de las reiteradas advertencias de las autoridades porteñas, los manteros siguen ocupando ilegalmente el espacio público obstruyendo el tránsito de peatones.
La semana última, la Fiscalía de Flagrancias Este y el Juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas N° 30 ordenaron operativos en la zona comercial cercana a la Estación Once. Hubo más de 20 allanamientos de locales señalados como depósitos de mercadería de los manteros. Al día siguiente, poco había cambiado.
La cuestión dista de poder resolverse fácilmente. Bajo el remanido pretexto de estado de necesidad, los improvisados vendedores incumplen las reglamentaciones y los controles laborales, fiscales y sanitarios, y resisten las intervenciones destinadas a erradicarlos.
El aumento de la venta ilegal obedece a varias causas –mayoritariamente económicas y sociales– que deberán ser atendidas de manera prioritaria. Poco cambiará si no se crean las condiciones para la generación de empleos genuinos. Lo que de ningún modo se puede permitir es el amparo, por acción u omisión, de una actividad que prospera al margen de la ley y que genera una abierta injusticia en desmedro de quienes pagan puntualmente los impuestos.
La inacción de las autoridades, o las soluciones a medias, constituyen una señal negativa no solo para comerciantes cumplidores, sino también para el resto de los ciudadanos, muchos de los cuales padecen las mismas necesidades de los vendedores callejeros pero que, sin embargo, no cometen actos ilegales y seria incomodidad a vecinos y peatones.