Maltrato a prisioneros
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En septiembre del año pasado, el dilatado conflicto de soberanía entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabakh produjo otro estallido de violencia. Las hostilidades concluyeron un par de meses después con un acuerdo de paz entre las partes, negociado con la participación de la Federación Rusa.
En tanto, en julio de este año, el Ministerio de Defensa de Armenia acusó a Bakú de hacer avanzar posiciones de combate y que al menos un militar armenio murió por disparos de las fuerzas de Azerbaiyán, según consignó la agencia de noticias Europa Press.
Del intercambio de prisioneros de guerra acordado ya hace un año, un número no confirmado de armenios, incluidos civiles, a quienes Azerbaiyán acusa de ser terroristas o criminales, permanece en manos de los azeríes.
Amnistía Internacional denunció haber verificado videos que registran los malos tratos cometidos por Azerbaiyán: capturas, decapitaciones e incluso profanación de cuerpos enemigos.
En febrero pasado, Human Rights Watch entrevistó a cuatro exprisioneros armenios repatriados, capturados en distintas circunstancias y lugares, quienes brindaron detalles sobre las penurias sufridas en degradantes condiciones de cautiverio, sin alimentación ni agua, así como sobre distintos métodos de tortura.
Por su parte, el gobierno de Azerbaiyán afirmó que fueron liberados y devueltos todos los armenios con estatus de prisioneros de guerra y que mantiene detenido, en virtud del derecho internacional y nacional, a un grupo de esos ciudadanos que, tras el fin de las operaciones militares, llevó a cabo ataques terroristas que provocaron la muerte de cuatro militares y un civil azerbaiyanos. Señaló que a todos ellos se les garantizó “un trato justo y legal”.
La Convención de Ginebra sobre Prisioneros de Guerra prohíbe expresamente la tortura y los malos tratos a los prisioneros, evitando cualquier forma humillante o degradante que afecte su dignidad. La lucha contra la tortura es un objetivo universal promovido para asegurar la dignidad del ser humano en cualquier circunstancia. Por esta razón, nadie puede dar la espalda a supuestos abusos que se cometan contra prisioneros de guerra.
Todos los Estados deben respetar las normas internacionales en la materia, asumiendo con transparencia las obligaciones que les corresponden.