Mal año para la libertad de prensa
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El balance anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF) reveló que hubo un récord histórico de periodistas presos en 2021 (488), 20% más que el año pasado, en tanto 46 fueron asesinados o murieron ejerciendo su profesión. Nunca, desde la creación de ese balance, en 1995, el número de periodistas encarcelados arbitrariamente había sido tan alto, lo que se explica principalmente por la situación de tres países: Birmania, donde la Junta Militar retomó el poder; Bielorrusia, sumida en la represión tras la cuestionada reelección de Alexander Lukashenko, y la China de Xi Jinping, que intensificó su control sobre Hong Kong, antaño considerada un modelo para la libertad de prensa en la zona.
Según el secretario general de RSF, Christophe Deloire, estas detenciones son “reflejo del impulso dictatorial en el mundo, de una acumulación de crisis y de la ausencia de cualquier escrúpulo por parte de esos regímenes. Tal vez sean también fruto de un nuevo marco geopolítico de relaciones de fuerza, en el cual los regímenes autoritarios no sufren suficientes presiones para limitar su represión”. Tampoco nunca se habían contabilizado tantas mujeres periodistas privadas de libertad por ejercer su profesión, siendo China el país que encarcela a más mujeres, 19 en total, entre ellas, la galardonada con el Premio RSF 2021 Zhang Zhan por haber informado sobre el tema Covid luego de su viaje a Wuhan en febrero 2020, y cuya salud preocupa a la ONU y a Amnistía Internacional, que reclaman su inmediata liberación.
El balance arroja otra cifra significativa, en esta ocasión a la baja: hay que remontarse a 2003 para hallar un número de periodistas asesinados inferior a 50.
La libertad de prensa constituye un serio escollo para los proyectos políticos autoritarios. Cada vez más jefes de Estado elegidos democráticamente ven en la prensa un adversario, lejos de aceptar que se trata de uno de los actores sobre cuyo accionar se sostienen las democracias.
Vituperar a los medios de comunicación, inventar complots, construir falsas acusaciones, condenar sus voces suele ser solo el primer paso. Le siguen acciones dirigidas claramente a limitar el pensamiento y la expresión de las personas. La libertad de expresión es un derecho inalienable. Silenciar a la prensa es limitar el acceso a la información de los ciudadanos, condenándolos a la sumisión y la miseria. La voz de una prensa libre es el mejor reaseguro contra estos intolerables abusos.