Maduro, contra la prensa
El dictatorial régimen chavista comenzó el año atentando, una vez más, contra los medios de comunicación independientes de Venezuela. Esta vez, Nicolás Maduro ordenó el desmantelamiento completo de un canal de televisión en Caracas y el cierre de la sede de un diario en la ciudad de Maracaibo. Además, fue hackeado otro portal de noticias y se acusa a tres periódicos de "ser financiados por agentes desestabilizantes".
Mediante un comunicado de la Oficina para los Derechos Humanos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) repudió el ataque del régimen de Maduro contra la libertad de prensa y la sociedad civil y manifestó su preocupación por los últimos avasallamientos en este campo, en Venezuela. También la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó la nueva ola de agresiones y ataques contra los medios de información independientes.
Reporteros Sin Fronteras, el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela y la ONG Espacio Público coincidieron en que los periodistas son perseguidos por las fuerzas de seguridad mientras los diferentes órganos censores rastrean los contenidos de los medios críticos, que pierden sus licencias. De esa manera, los dejan sin papel para imprimir o les roban sus equipos, y los periodistas son encarcelados y torturados, por lo que se ven forzados al exilio en el mejor de los casos.
Desde su acceso al poder, en 2013, Maduro ha robustecido y ampliado la hegemonía comunicacional iniciada por Hugo Chávez controlando todos los canales de televisión estatales y también los privados que se han acomodado a las órdenes que llegan desde el Palacio de Miraflores. Además, desde 2014 hasta ahora, el chavismo ha cerrado 84 medios impresos, cadenas de TV y radios, mediante la utilización de diferentes procedimientos administrativos y fiscales.
El presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), Marco Ruiz, opinó al respecto: "Han destruido el 85% de la prensa escrita, y lo que queda es una prensa complaciente con Maduro".
El gobierno de Venezuela realiza habitualmente señalamientos y pone en práctica otras formas de hostigamiento para amedrentar e intentar silenciar a quienes lo critican, expresan ideas contrarias a sus políticas o denuncian violaciones de los derechos humanos e, incluso, contra actores humanitarios, atentando contra el derecho a la libertad de expresión.
El despotismo chavista ha coartado todo tipo de libertades en Venezuela. La libertad de expresión de ideas se encuentra en el peor momento de la historia del país caribeño. Por otro lado, ha empujado a ese país a una verdadera debacle económica, al extremo de que la sociedad venezolana enfrenta una catástrofe humanitaria que ha disparado un éxodo masivo de ciudadanos hambrientos y desesperados, una diáspora de cinco millones de personas hacia distintos países.
Los medios de comunicación en manos del gobierno se han convertido en dóciles instrumentos de propaganda y justificación de los programas y acciones oficiales alineados con una única verdad: la oficial.
A pesar del control social, político e informativo que mantiene, la dictadura chavista necesita cortinas de humo para atenuar el colapso que sufre el país y, para ello, recurre a estas actitudes, que son denunciadas por buena parte del mundo y, lamentablemente, silenciadas por un grupo de países que se muestran complacientes con semejantes atropellos, tratando de invisibilizar los abusos y las violaciones que mantienen en jaque a la castigada población de Venezuela.