Los riesgos del mundo digital
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Durante 2020, las consultas por delitos de acoso virtual contra niños y adolescentes aumentaron el 152% en la Argentina, según un informe del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad. Un escenario de mayor virtualidad, con aburrimiento y frustración creciente, sumado a la desatención parental que sufren muchos menores, potenció este peligroso flanco.
Desde Grooming Argentina reportaron un aumento del 200% de este delito, con chicos que acceden tempranamente a dispositivos móviles conectados a internet, y manejan correos electrónicos, redes sociales, chats y juegos en línea que pueden volverse un peligroso camino al encuentro presencial entre un adulto y los chicos. El grooming es antesala para otros delitos, como la pedofilia y la trata de personas.
Hernán Navarro, presidente de la citada entidad, confirma que seis de cada diez menores hablan con desconocidos en internet, según surge de un relevamiento de la comunidad educativa, pública y privada, de todo el país. Debe preocupar también que el lenguaje utilizado no sea siempre el apropiado para menores.
TikTok fue una de las estrellas de la pandemia. Twitch es el nombre de otra plataforma que se ha vuelto muy popular para transmitir en vivo, disputándole el primer puesto a YouTube. La edad mínima para abrir una cuenta en Twitch es de 13 años, aunque basta con ingresar datos falsos para consumir y generar contenidos. Un cálculo rápido habla de unos 17.000 millones de horas de streaming solo en 2020, con millones de espectadores que ingresan a diario también en busca de espacios de intercambio que fácilmente conducen a engaños, robos de información, estafas, grooming y exposición a pedófilos. Los más pequeños no vislumbran los riesgos, y tanto delincuentes como abusadores encuentran en ellos blancos fáciles.
Es sabido que las redes despiertan adicción y las horas de conexión se prolongan, alejando a las personas de los vínculos reales y, en algunos casos, convenciéndolas de que encontraron también una forma para generar dinero fácil.
Como la modalidad delictiva suele ser fluctuante, combatir este flagelo obliga a una permanente actualización y capacitación.
La vulnerabilidad de los más jóvenes los convierte en presa fácil si los adultos no acompañamos su crecimiento en este terreno. Conversar con ellos, reforzar el diálogo y la confianza, ayudarlos a desarrollar una mirada crítica y reflexiva, sin estigmatizar, es fundamental. También, fijar reglas y horarios en lugares que no sean de encierro, conocer qué aplicaciones usan, seguir sus publicaciones y advertirles sobre la importancia de la privacidad y los riesgos de las cámaras. Acompañar, sin invadir y sin prohibir.
El Estado debe impulsar campañas de difusión para concientizar sobre una problemática con componente virtual que tiene graves implicancias en la vida real. Los beneficios y oportunidades que se abren ante la virtualidad obligan también a prepararse para sortear los riesgos.