Los EE.UU. y Corea del Norte
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Como muchos en su momento presagiaron, y pese a las tres “cumbres” realizadas con bastante fanfarria, las extrañas conversaciones diplomáticas entre el entonces presidente norteamericano Donald Trump y su par norcoreano, Kim Jong-un, no llegaron finalmente a nada.
Fiel a su proverbial actitud cargada de belicosidad, mala educación y falta de cortesía, en el pasado el dictador coreano ha calificado al actual presidente norteamericano, Joe Biden, de “demente, con baja capacidad intelectual”. Tamaña reflexión pública denota, cuando menos, una abierta y casi patológica falta de educación.
Hoy, parece estar bastante claro que la nueva administración de los Estados Unidos ya no prioriza el tema de desnuclearizar la península coreana. Urgido por redefinir la relación con China, es este el tema central en la política exterior del país del norte, que pulsea por la hegemonía mundial con su gran rival oriental.
Respecto de Corea del Norte, las expectativas son pocas por ahora, aunque siga ciertamente siendo uno de los temas incluidos en la delicada agenda de cuestiones de paz y seguridad, incluso a pesar de que Corea del Norte continúe con sus cada vez más peligrosos y amenazadores ensayos armamentistas.
Las puertas norteamericanas a las vías de diálogo, propias de la diplomacia, están aún abiertas, sin hostilidades aparentes ni demasiadas urgencias pese a la natural desazón del siempre inquieto gobierno de Corea del Sur. Corea del Norte está todavía bastante lejos de garantizar tranquilidad.