López Obrador, contra la prensa
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LA NACION
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció que su gobierno planifica cerrar la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex), creada hace más de medio siglo, y cuyo personal está en huelga desde hace tres años. En su habitual rueda de prensa matutina, el mandatario manifestó: “Ya no necesitamos una agencia de noticias en el gobierno. Eso era de la época de los boletines y de la prensa oficial y oficiosa”.
Notimex fue fundada el 20 de agosto de 1968 con motivo de los Juegos Olímpicos celebrados ese año en Ciudad de México. Según el Sindicato Único de Trabajadores de la agencia, son 88 los empleados que se mantienen en paro. Los que se desempeñaban como corresponsales en el extranjero y en Estados de México tramitan sus demandas laborales por carril separado.
López Obrador opinó que, en lugar de una agencia estatal de noticias, México cuenta ya con “la mañanera”, como se conoce coloquialmente a su conferencia matutina de casi tres horas diarias. Desde que inició su sexenio en el poder, en diciembre de 2018, el mandatario retomó esta costumbre adoptada en 2000 cuando era alcalde y que concreta cuando apenas amanece. La desaparición de Notimex debe aún ser votada por el Poder Legislativo mexicano, dominado por el partido oficialista.
Los opositores consideran esta modalidad una herramienta de propaganda política y un espacio desde donde el gobierno lanza duras críticas a periodistas y medios, incluso con una sección denominada “las mentiras de la semana”.
La respuesta oficial no se hizo esperar: “Ojalá el ejercicio de la conferencia mañanera se quede para siempre. Aunque le moleste a la oposición. Es la manera que tiene el presidente para desmentir a una prensa que defiende los intereses de conservadores”.
Las desavenencias con el periodismo independiente han sido una constante durante la presidencia de López Obrador. En abril del año pasado, la Sociedad interamericana de Prensa (SIP) le pidió que “suspenda de inmediato las agresiones e insultos” contra periodistas, advirtiendo que esos ataques “desde la cima del poder incentivan la violencia” contra el sector.
La libre circulación de la información es la base de una democracia sana. Un gobierno que no esté dispuesto a mostrar con transparencia su gestión ni a recibir críticas de los medios independientes se aleja de los principios democráticos para terminar convirtiéndose en una dictadura.
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