Limpieza solidaria
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Recientemente, planteábamos en estas columnas la necesidad de que cada uno asuma su cuota de protagonismo para reducir la contaminación con plásticos que asuela al planeta. Afortunadamente, hay iniciativas que sacan algún provecho de tan preocupante situación y promueven alternativas que benefician a los más vulnerables.
El Programa de Reciclado y Medio Ambiente de la Fundación Garrahan (fundaciongarrahan.org.ar) comenzó en 1999 con el reciclado de papel; en 2006 se sumaron las tapitas plásticas y otros materiales, convertidos en vitales recursos financieros. El tratamiento de los desechos de polipropileno los devuelve a la cadena de consumo transformados en nuevos productos: juguetes, máscaras de protección y baldes, entre otros.
La llamada economía circular motoriza interesantes iniciativas. El compromiso de años con el ambiente de la ONG Proyectar (proyectar.org) abrió una salida económica para numerosas familias que apuestan al reciclaje de plásticos que llegan a la ribera del río Reconquista, el segundo río más contaminado después del Riachuelo, que atraviesa 18 partidos del conurbano y nuclea al 13% de la población del país, y donde se acumulan mensualmente 340.000 toneladas de basura. El objetivo del programa conocido como “¡Re-Conquista ahora!” es llegar a niños y jóvenes en escuelas y clubes para que ellos mismos protagonicen los cambios, moviéndolos a participar en el cuidado del ambiente. El trabajo de la ONG incluye asesoramiento a pymes para el mejoramiento de su desempeño ambiental, el uso eficiente y la gestión de recursos para favorecer las prácticas sustentables.
Con el apoyo de la ONG, desde los llamados Centros Comunitarios Resilientes (CCR), las familias aprenden a cocinar panes y pizzas para la venta y cultivan sus propias frutas y verduras. A partir del programa Barrio Limpio, los más jóvenes de la familia recolectan PET o tereftalato de polietileno para venderlo o fabricar ladrillos ecológicos. En 2019, además de diarios y papel, la venta de PET realizada totalizó 1688 kilos que volvieron así a la cadena productiva. Un doble impacto traducido en la gestión de residuos, que cuida el ambiente y brinda una salida laboral a través de plantas de reciclaje comunitario.
A partir del manejo integral de la basura, Proyectar impulsa también la transformación de los suelos degradados y la recuperación de cursos de agua dulce, vitales para la comunidad. La labor de los CCR se encuadra dentro de los objetivos de desarrollo sostenible que fija la Organización de Naciones Unidas. Se trabaja con la intención de montar 20 de estos valiosos espacios en un año.
Celebramos, una vez más, todos los esfuerzos dirigidos a devolver a las personas la dignidad que solo brinda un trabajo, mucho más cuando además son replicables, promuevan el equilibro de ecosistemas amenazados y la asistencia a comunidades vulnerables.