Libertad de expresión
En las últimas semanas se ha puesto en tela de juicio el alcance de un derecho fundamental como es la libertad de expresión. Diversas acciones judiciales vinculadas a espionaje y amenazas de prisión para algunos periodistas, reacciones presidenciales ante preguntas periodísticas, ataques mutuos en las redes sociales entre Gobierno y oposición y frases o palabras que se van reiterando, como "odio" u "odiadores" o "profetas del odio" son los ingredientes del debate en ciernes.
El texto constitucional que protege la libertad de expresión resulta de una enorme claridad por su austeridad: "Todos los habitantes de la Nación gozan… [del derecho] de publicar sus ideas sin censura previa" (art. 14). El art. 32 dice algo más: que el "Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal". En 1994 se incorporó una protección constitucional específica al secreto de las fuentes de la información periodística.
La libertad de expresión es una columna fundamental del sistema republicano y democrático de gobierno. Es la savia que permite que florezca el debate de ideas, la más de las veces agresivo y excesivo y, en otros muchos casos, alejado de la verdad.
La libertad de expresión debe ser fuertemente protegida en los términos en que fue pensada por nuestros constituyentes y desarrollada por la Corte. Todo intento de regulación, criminalización o deformación oculta intereses distintos, más vinculados a planteos hegemónicos o de pensamiento único que a las ideas de democracia, libertad, igualdad y pluralismo.