Las elecciones en la Unión Europea
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Hace pocos días, los ciudadanos de los 27 países que integran la Unión Europea (UE) ejercieron su derecho al voto para elegir a los 720 miembros del Parlamento Europeo por los próximos cinco años. De los 373 millones de europeos que estaban llamados a votar acudió el 51 por ciento.
Las elecciones se llevaron a cabo en un clima enrarecido por una ola de conflictos bélicos, 56 en total, que involucran a 92 países según el Índice de Paz Global que elabora anualmente el Instituto por la Economía y la Paz y en el que se destacan la guerra en Ucrania y en la Franja de Gaza, al igual que las crecientes tensiones entre China y Occidente.
Si bien una lectura inicial podría dejar entrever un importante giro hacia la extrema derecha, los resultados finales señalaron que, salvo en el caso de Francia donde el National Rally sacó el doble de la votación del partido de gobierno, el avance de la derecha radical no se registró en la mayoría de los países. Solo en Francia, Alemania y Austria esa derecha radicalizada avanzó con mayor presencia, pero en el resto de los países se observó una clara preferencia por el centro.
La centroderecha avanzó en Grecia, España, Polonia, Italia y Hungría, y se consolidó como la principal fuerza, mientras que los partidos de izquierda y los verdes fueron derrotados, perdiendo 48 escaños. Con estos resultados queda claro que el poder seguirá por ahora en manos de una coalición de centroderecha que ha gobernado en los últimos años y mantenido diálogos y acuerdos con la centroizquierda frente a diferentes asuntos.
En este escenario, la actual presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, que aspira a un segundo mandato de cinco años, salió fortalecida pero aún está lejos de poder lograrlo ya que necesita obtener el respaldo de los socialdemócratas y los liberales para asegurarse su reelección.
Las grandes ganadoras de estas elecciones fueron Marine Le Pen, de Francia y Giorgia Meloni, de Italia. El partido de Le Pen, National Rally, prevé obtener 30 escaños, una cantidad significativamente mayor a los 13 de la coalición liderada por Emmanuel Macron. Por su parte, la dirigente italiana aumentó su poder político en Europa a partir de que su partido obtuvo el 29% de los sufragios, comparado con el 6% de la votación en 2019.
La decisión del mandatario galo de disolver la Asamblea Nacional francesa y convocar a elecciones legislativas en las que buscará obtener mayorías y derrotar a las fuerzas de extrema derecha, fue la sorpresa tras la jornada electoral. Los efectos de los resultados electorales también se hicieron sentir en Bélgica, donde el primer ministro, Alexander De Croo, renunció tras la derrota de su partido.
Por otro lado, en España, las elecciones europeas las ganaron, con una victoria clara, los conservadores del Partido Popular (PP) que obtuvieron cuatro puntos de ventaja sobre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), una mejora sensible respecto del 1,4% que le sacó en las generales de hace casi un año. Tras los pobres resultados, Yolanda Díaz, jefa del partido español de izquierda radical Sumar, que integra la coalición de gobierno de Pedro Sánchez, anunció su renuncia para permitir una nueva dirección dentro del partido.
No son pocos los desafíos que enfrentarán los parlamentarios elegidos. En lo que respecta a los asuntos exteriores, la UE ha liderado el apoyo a Ucrania. Es probable que la mayoría del próximo Parlamento Europeo esté a favor de mantener el tipo de ayuda financiera, logística y militar para Kiev.
En cuestiones referidas al medio ambiente, tendrán la responsabilidad de hacer cumplir, o no, la reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030. Otro de los temas sensibles será el referido a la inmigración, que lleva años de discusión en Europa y que, hasta el momento, y más con los resultados de estos comicios, no permiten vislumbrar un consenso unificado en pro de una solución humanitaria.
El resultado de las elecciones del Parlamento Europeo abre un nuevo frente de inquietud en el mapa de la geopolítica mundial, convulsionado por los conflictos bélicos mencionados, y en el que la UE tendría que unificar su voz para convertirse en un interlocutor válido ante potencias como Estados Unidos, China o Rusia.