Las dos caras de Riquelme
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No es lo mismo haber sido un gran jugador de fútbol que ser un buen dirigente deportivo. La “chapa” de ídolo en la cancha no es en modo alguno título habilitante para ser un hábil directivo de un club. Juan Román Riquelme es la prueba exacta de eso. En su gestión como vicepresidente formal –pero mandamás en los hechos– de Boca Juniors, demostró una incapacidad manifiesta para conducir los destinos de una de las entidades deportivas más importantes del país.
Esta afirmación no se basa en la carencia de logros deportivos en 2023, sino en las denuncias acerca de padrones inflados de socios, en el maltrato a los socios activos y adherentes imposibilitados de adquirir una entrada para asistir a la obsoleta Bombonera, en las escandalosas reventas de entradas, en la increíble decisión de estar un año sin patrocinador en su camiseta, generando una merma en los ingresos del club y en la incertidumbre a la hora de conformar cuerpo técnico y plantel de primera división.
Las grandes instituciones no pueden ser “el patio de su casa”, como aseguró alguna vez Riquelme; por el contrario, deben estar por encima de los gustos y caprichos personales de sus directivos, quienes deberán impulsar políticas con una perspectiva cada vez más profesional.
A pocos días de las elecciones de las nuevas autoridades de Boca, un fallo judicial suspendió los comicios, que podrían realizarse recién en marzo próximo. Quedó así en suspenso la decisión de los socios que deberán optar entre Riquelme y Andrés Ibarra, a quien acompaña Mauricio Macri.
La medida de la jueza Alejandra Abrevaya responde a una fundada denuncia de Ibarra, que reclama por la aparición en los padrones de más de 13.000 socios “truchos” que supuestamente habrían pasado de socios adherentes a activos, con capacidad de votar, de la noche a la mañana.
Los adherentes abonan la mitad de la cuota que el activo y esperan en una lista su turno para convertirse en plenos, con la posibilidad de ir a la cancha a ver al equipo o de votar en las elecciones. Las sospechas están puestas en que los socios que pasaron de adherentes a activos en forma automática lo hicieron con fines electorales, por lo que el padrón debería ser depurado.
En lo que respecta a la reventa de entradas, está en pie una investigación por asociación ilícita que tramita la Fiscalía Especializada en Eventos Masivos del Ministerio Público Fiscal y que incluye cinco supuestos implicados, entre los que se encuentra Cristian Riquelme, hermano y mano derecha del vicepresidente actual.
A esas graves irregularidades se suman cuestionamientos a la gestión interna, que no cuenta con la figura de un mánager deportivo que supervise el fútbol infantil y profesional, pero sí de un polémico Consejo del Fútbol, lo que ha derivado en problemas con los técnicos de todas las divisiones y jugadores que se han marchado libres sin dejar dinero para el club.
En el balance de estos 4 años de la nefasta gestión de la fórmula Ameal-Riquelme, sobresalen dos grandes derrotas para el hincha boquense: la promesa incumplida de resolver los problemas de espacio e infraestructura que presenta su estadio y la no obtención de la Copa Libertadores, con el agravante de que ni siquiera logró clasificarse para disputar este torneo en 2024. Un final anunciado para una gestión con demasiados puntos oscuros que claramente no estuvo a la altura de las circunstancias.