Lanzamiento de Alerta Sofía
Pocas situaciones más desesperantes que la de perder un hijo. Sea porque se trunca su vida, pero también porque desaparece de nuestra vista y de nuestro lado a edades tempranas o incluso ya adolescentes. Ambas situaciones son asimilables en tanto sumen a los padres en una angustia profunda que transita entre la desolación del "nunca más", ante una pérdida irreversible, y la esperanza del pronto reencuentro.
Según Missing Children Argentina (missingchildren.org.ar; 0800-333-5500), activa institución dedicada a encontrar niños perdidos desde 1999, más del 70% de los casos denunciados corresponden a niñas de entre 13 y 17 años.
En la ciudad de Buenos Aires, la línea telefónica 24 horas identificada como 102 Línea de los Chicos, permite difundir información sobre niños y adolescentes extraviados, además de prevenir situaciones que vulneren sus derechos. A nivel nacional, la línea 142 recibe denuncias de extravío o datos que ayuden a encontrar a un niño perdido. No hace falta esperar que transcurra ningún plazo para realizar la denuncia (argentina.gob.ar/derechoshumanos/chicosextraviados).
En 2008, con solo tres años, Sofía Yasmin Herrera desapareció de un camping en Río Grande, Tierra del Fuego, y nunca más se supo de ella. Se convirtió en un caso emblemático que nunca pudo ser esclarecido. Al replicar numerosas experiencias extranjeras que mostraron ser efectivas, el gobierno nacional lanzó recientemente el programa Alerta Sofía, precisamente en su recuerdo, dirigido a difundir en Facebook, Twitter y en buscadores de internet de manera inmediata el reporte de alguna desaparición con el fin de acelerar y mejorar la coordinación nacional para la búsqueda y localización de niños y adolescentes que puedan estar corriendo peligro. El programa ya funciona en más de 40 países y, entre nosotros, integrará el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (Sifebu), creado en 2016.
Cuando una desaparición sea denunciada y se abra una investigación vinculada a un posible secuestro, será la Justicia la que evalúe si la difusión podría terminar perjudicando a la propia víctima, antes de ordenarla.
Con las plataformas digitales como socios estratégicos, la difusión de la imagen de un niño perdido a través de las redes sociales permite llegar a un sinnúmero de personas perfectamente acotado al área de búsqueda. Ante la imagen que automáticamente aparecerá en el muro de Facebook, los usuarios podrán optar por "conocer más" o "compartir" a su vez con otros, ampliando así el universo de alertados.
Siempre se insiste sobre la importancia de no demorar cualquier denuncia de desaparición, pues las primeras horas son vitales. Todos los mecanismos han de activarse y este flamante programa saca provecho del soporte tecnológico cuando cada minuto cuenta. Lamentablemente, una larga lista de niños y adolescentes perdidos sobrevive en el tiempo sin ser localizados, recurriéndose entonces también a la publicación de sus rostros en medios gráficos, en boletas de servicios públicos, difundiéndolas en pantallas de la red del subterráneo o en la televisión, por ejemplo. Nada será nunca demasiado a la hora de encontrar a un menor perdido.