La visita de Xi Jinping a Rusia
MADRID.- La visita de Estado del presidente Xi Jinping a Vladimir Putin ha dejado abundantes declaraciones sobre la relación bilateral entre las dos potencias autoritarias y sobre la guerra desatada por Rusia contra Ucrania. En el primer ámbito, los dos países envían un mensaje de creciente cercanía, firmando una plétora de acuerdos en distintas áreas comerciales. Hasta ahora, al menos, esa relación ha tenido un tope claro: China ha evitado movimientos de apoyo a Rusia que pudieran desatar sanciones occidentales, evidenciando que tiene más interés en mantener vivo el flujo comercial que en sostener al Kremlin. En la segunda cuestión, el futuro de la guerra en Ucrania, la visita evidencia los esfuerzos de Pekín para postularse como un mediador neutral. El llamado plan de paz chino —publicado hace un mes— consiste en una mera enumeración de principios, alguno formulado con una ambigüedad contradictoria. El primero de ellos apela al respeto a la soberanía, independencia e integridad territorial de los países y contiene, en sí mismo, la crítica a las acciones que ha emprendido Putin contra Ucrania, y que Pekín a la vez no reprueba. La posición de China consiste en la práctica en consentir al agresor la consecución de sus objetivos sin pagar ningún coste. China no condena la invasión, tampoco avala las sanciones contra Rusia y critica el respaldo militar al agredido. Es necesario trabajar para la paz, pero en este momento el Kremlin está lejos de hacerlo.
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