La recuperación de millones de dólares de la corrupción
El decomiso judicial de bienes malhabidos por el exsecretario de los Kirchner pone en evidencia la obscenidad de las maniobras y quiénes las ejecutaban
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Nunca la Justicia llegó tan lejos en la recuperación de activos de la corrupción kirchnerista. Y nunca una causa judicial dejó en evidencia con tanta claridad la obscenidad de estas maniobras y quiénes estaban detrás de millones de dólares malhabidos.
La Cámara Federal ordenó el “decomiso anticipado” de unas parcelas sobre las arenas del mar Caribe, valuadas en 30 millones de dólares, del exsecretario de los Kirchner Daniel Muñoz, en las paradisíacas islas Turcas y Caicos. El fallo fue firmado por los jueces Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, quienes acogieron la apelación de la Unidad de Información Financiera (UIF) y del fiscal Carlos Stornelli. Los 30 millones refieren a la cantidad que quedó después del sobrevuelo de abogados cuervos (con perdón de los cuervos) y hampones sobre el patrimonio oscuro de 70 millones de dólares que el exfuncionario sacó del país y con los que compró, mediante testaferros y un entramado de empresas, propiedades en Miami y en Nueva York.
De cómo Muñoz hizo esa fortuna impresionante hay algunas pistas en la causa de los cuadernos de las coimas, descubierta a partir de una investigación periodística de LA NACION.
El caso de los cuadernos probó que algunos de los viajes que realizaba en su auto el chofer del Ministerio de Planificación Oscar Centeno, con bolsos cargados de dinero proveniente de favores de empresarios, terminaban en el departamento de Recoleta de los Kirchner, donde Muñoz los recibía. El dinero viajaba en el avión presidencial hacia Río Gallegos. Lo declaró Claudio Uberti como arrepentido en la causa de los cuadernos ante el fiscal Stornelli: “En alguna oportunidad, fui al departamento de Uruguay y Juncal [para] la entrega en dos o tres ocasiones más [de] bolsos de más de diez kilos con dinero. Las valijas con el dinero las trasladaban a Santa Cruz en el Tango 01, las cargaban en el aeropuerto Base Aérea Militar en Aeroparque y las descargan en el aeropuerto de Río Gallegos. Esto es lo que yo vi”, relató.
Muñoz acumuló una fortuna con la que, entre 2003 y 2009, compró en la Argentina unas 113 propiedades, que incluyen dos estancias en Santa Cruz, una de ellas de 20.000 hectáreas; complejos de cabañas en Villa La Angostura, El Calafate y San Martín de los Andes; inmuebles en Río Gallegos; edificios de cocheras y casas y departamentos en Buenos Aires. En los Estados Unidos, adquirió 14 departamentos y centros comerciales en Miami, y dos departamentos en el Hotel Plaza de Nueva York majestuosamente decorados y con vista al Central Park, que se vendieron en 2,1 y 15 millones de dólares, respectivamente.
Estalló Panamá Papers, que reveló que detrás de las empresas offshore y de un cúmulo de testaferros estaba Muñoz, con lo que el exfuncionario se apresuró a vender todo lo que pudiera antes de que la Justicia congelara esos bienes de la corrupción.
De los 70 millones de dólares quedaron pocos, suficientes para comprar un pedazo de playa caribeña en 30 millones, donde se pactó la construcción de un hotel de 500 millones de dólares, con 100 habitaciones y 50 villas, y se pensó alquilar a 1000 dólares por día la habitación.
¿Quién era el dueño original del dinero? ¿Acaso el ahorrativo Muñoz? No. La respuesta la dio el exministro de Economía de Santa Cruz Manuel Campillo cuando declaró como arrepentido. Según dijo, Muñoz le dio a entender en su lecho de muerte, en 2016, que ese dinero lavado en el exterior era de Néstor y Cristina Kirchner. “En relación con los bienes y dineros, yo siempre supuse que todo esto podía provenir del matrimonio presidencial, que no era de Muñoz. Era una obviedad que él nunca pudo haber generado este dinero por su cuenta y de manera lícita”, contó Campillo a Stornelli. Indicó que no le preguntó a Muñoz sobre el origen de los fondos, porque “ser secretarios implica guardar secretos, lo cual trae aparejadas muchas cosas”.
La inédita recuperación de los bienes de la corrupción, donde la Argentina pujaba con la corona británica para quedarse con esas parcelas costeras en el Caribe, pues Turcas y Caicos es un protectorado británico, fue posible porque el dueño de esos terrenos falleció.
El artículo 305 del Código Penal establece que es posible en los casos de lavado el decomiso de los bienes “de modo definitivo, sin necesidad de condena penal”, cuando se hubiere podido comprobar la ilicitud de su origen y el imputado no pudiere ser enjuiciado por motivo de su fallecimiento, como en este caso.
Estos terrenos deben ser ahora destinados a reparar, aunque sea ínfima o simbólicamente, algo del daño que la corrupción kirchnerista ha causado a la sociedad, a las víctimas en particular o al Estado, como manda la ley.