La política exterior uruguaya
A juzgar por las últimas encuestas, Uruguay podría encaminarse hacia un cambio de tendencia que dejaría atrás un largo ciclo de predominio político del Frente Amplio, coalición que aglutina a fuerzas de izquierda. Ese particular ciclo empujó a nuestro querido país vecino hacia una situación de estancamiento, que bien podría ser la razón del inminente cambio de color político que se anticipa.
Pocos rincones de la acción de gobierno de los distintos equipos del presidente Tabaré Vázquez fueron tan claramente disonantes con la visión prevaleciente en nuestro país como el que tiene que ver con la política exterior, que condujera esencialmente Rodolfo Nin Novoa, un hombre que se acopló con demasiada frecuencia a las posiciones y "bolivarianas", cortejando abiertamente a Venezuela.
Ante el fin de la gestión de Tabaré Vázquez, esa actitud parece aún más notoria. Solo así se explica que el gobierno de Uruguay, de la mano de Venezuela, sea uno de los dos únicos de nuestra región que sostienen que en Bolivia hubo un "golpe de Estado" y no un intento de "autogolpe" por parte del propio Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera que terminó en el fracaso que estamos presenciando. En el mundo, Rusia, China, México, Cuba, Venezuela y Uruguay adhieren a esa equivocada e intencionada postura, compartida por nuestro presidente electo, Alberto Fernández, quien acaba de efectuar un inconveniente e innecesario viaje a Montevideo para apoyar al Frente Amplio de cara a los comicios del próximo domingo.
Para los actuales gobernantes uruguayos, la renuncia de Morales debe atribuirse casi exclusivamente a la "oleada de violencia" generada por la oposición y, presuntamente, también a la OEA (hoy curiosamente conducida por Luis Almagro, un excanciller y político uruguayo que militó en la izquierda), pretendidamente empeñados en desestabilizar a Bolivia. Ese pequeño grupo de países describen hoy a Morales como un "mártir" de la democracia, olvidando que con sus manipulaciones y autoritarias maniobras debería más bien ser considerado el responsable principal de la peligrosa crisis en la que quedó sumido el país que abandonó.