La pobreza es tema serio, no para piqueteros
El flagelo que castiga a alrededor del 50% de la población debe ser atacado en sus causas, creando condiciones para incentivar la producción, y no en sus consecuencias
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A $1.220.699.000.000 ascendía la partida del plan Potenciar Trabajo que había presupuestado para 2024 el gobierno de Alberto Fernández, en su versión original. Esa cifra, superior al billón de pesos, es difícil de leer para una persona normal e imposible de imaginar volcada sobre una mesa en fajos de billetes nacionales y populares.
Solo una mente extraviada, ingenua o maliciosa puede pensar que una montaña de dinero, apilada así, al alcance de cualquier mano, se mantendría íntegra e impoluta hasta ser distribuida conforme a los protocolos. Sabemos qué ocurre cuando un camión cargado de mercaderías tiene un accidente rutero: hasta los vecinos más honestos se llevan parte del botín, pues “donde hay una necesidad, hay un derecho”. No son malas personas y es posible que, con actitud solidaria, lo distribuyan entre otros necesitados. Son bellos ejemplos de argentinidad, cuando han aprendido que la “patria es el otro” y que los hoteles, bolsos y retornos deben compartirse, sin cobrar por ello. “La patria no se vende”, proclama Axel Kicillof –responsable por la sentencia contra el Estado Nacional por 16 mil millones de dólares correspondiente a la causa YPF– y tiene razón: se regala nomás.
En este caso, no se trata de una mesa rodeada de funcionarios que se fiscalizan entre sí, sino una tabla gigantesca donde 1.273.000 seres humanos sin trabajo y llenos de necesidades contemplan esas riquezas al portador en manos de personajes que se atribuyen el poder de otorgar o de negar. Pues el plan Potenciar Trabajo –reemplazado por el actual Gobierno por los programas Volver al Trabajo y Acompañamiento Social– no era gestionado por funcionarios públicos, sino por dirigentes sociales ajenos a la estructura estatal y que se manejan con poco saber y mucho entender.
“Piensa mal y acertarás”, dice el antiguo refrán español y así actuó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al habilitar una línea telefónica para recibir denuncias respecto de posibles extorsiones en el reparto de esos planes sociales. Hubo miles de llamados que derivaron en una investigación judicial referida a intermediarios que, como parte de un plan extorsivo, se quedaban con dinero de los beneficiarios en función de su presencia o ausencia en las marchas piqueteras.
Miles de denuncias derivaron en una investigación judicial referida a intermediarios que, como parte de un plan extorsivo, se quedaban con dinero de los beneficiarios de planes sociales en función de su presencia o ausencia en las marchas piqueteras
En los allanamientos se encontraron pruebas contundentes, como efectivo, recibos de pago, planillas de asistencia y decenas de celulares, que involucran a dirigentes del Polo Obrero, del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y de Barrios de Pie. Son los grupos que más protestas protagonizaron durante el gobierno anterior y el actual.
Luego llegaron las explicaciones, como herencias recibidas o intencionalidad política, aprendidas de Karina Eva Moyano, la hija del líder camionero, cuando en 2021 le encontraron medio millón de dólares al allanarse su casa en una causa por narcotráfico. Su padre salió al cruce minimizando la magnitud de la suma repitiendo advocaciones peronistas, siempre útiles para aglutinar lealtades y amedrentar fiscales. Karina Eva aprendió, a su vez, de Florencia Kirchner, cuando cuatro millones y medio de dólares, bien verdes, aparecieron en su caja de seguridad bancaria en 2016.
De todas formas, los dimes y diretes alrededor de los planes nunca tendrán fin. De lo que se trata es de evitar el derroche o desvío de fondos públicos sin descuidar la protección de los más vulnerables. La pobreza es un drama que erosiona los cimientos de la convivencia social al impedir la realización de las personas, destruir familias y condenar a sus hijos a la exclusión. En el programa “Hambre de Futuro”, emitido por LN+, se da testimonio de historias conmovedoras para tomar conciencia de esa dolorosa realidad que afecta a la mitad de los argentinos.
Cuando la pobreza alcanza al 50% de la población y al comienzo de la democracia era del 25%, se impone corregir las causas y no solo atender sus consecuencias. La derivación de fondos hacia operadores que no rinden cuentas, como en la metáfora de la mesa y el billón de pesos, fue ideada en los años 90 por el entonces gobernador Eduardo Duhalde y su esposa Hilda, cuando delegaron funciones estatales en “manzaneras” que distribuían alimentos en el conurbano bonaerense. Pero ningún cambio de fondo se hizo desde aquel momento, sino todo lo contrario.
No han ayudado al diagnóstico correcto ni los políticos, ni los curas villeros, ni el llamado progresismo cuya visión ha sido siempre asistencialista
Suele recordarse el proverbio chino “Si das a un hombre un pescado, comerá un día, pero si le enseñas a pescar, comerá toda la vida”. Esa enseñanza sigue siendo sabia, aunque a nivel individual, pero no colectivo. Pues si la sociedad no incentiva la producción, la laguna quedará sin peces y aquel hombre se frustrará cuando no pueda llevar alimento a su casa y terminará con algún plan social, haciendo como que pesca.
La pobreza es un tema serio que nunca resolverán los piqueteros, pues no es juego de suma cero, como en la Edad Media. No bastan las buenas intenciones, ni postular “uno, dos o tres Vietnams” para crear un hombre nuevo, como quería el Che Guevara. No han ayudado al diagnóstico correcto ni los políticos, ni los curas villeros, ni el llamado progresismo cuya visión ha sido siempre asistencialista. Ante el drama de chicos desnutridos, madres demacradas y padres ausentes, su primera reacción ha sido reclamar a quienes tienen lo que a ellos les falta, con la misma liviandad de aquel “manifiesto” de 1848 que llevó a medio mundo a la miseria.
Esa forma de empatizar con las desdichas del prójimo es plausible para las conductas privadas en forma de altruismo y caridad, pues fortalece el capital social, pero no para gobernar, pues agrava lo que se pretende corregir, aun con las mejores intenciones. Salir de la pobreza requiere un cambio de mentalidad para entender que sin creación de riqueza no existirán jamás los medios suficientes para financiar las políticas sociales. No hay otro camino que los intercambios libres, la acumulación de capital y el aumento de productividad, como lo descubrieron desde China hasta Camboya, Laos y Vietnam, y desde Polonia a la República Checa. Por contraste, Cuba demuestra adónde lleva la visión pobrista e igualitaria, sin incentivos para generar riqueza de forma individual. Después de más de seis décadas de discursos solidarios, todos los cubanos son igualmente pobres y comparten en silencio la crisis energética, la falta de alimentos, el éxodo de jóvenes al exterior y la sumisión al poder político para no ir presos.
La naturaleza humana es compleja, tan egoísta como altruista. Algunos ganarán dinero sin preocuparse por los perdedores, generando resentimiento, y otros habrá que inmolen sus vidas por los pobres, multiplicándolos por ignorancia. Para alinear los incentivos ambas poleas deben estar conectadas y ello implica un cambio cultural profundo. Hasta los socialistas “tercera vía” (Tony Blair, Gerhard Schröder, Felipe González, Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso) a quienes repelía la palabra “mercado”, hicieron rehabilitación fonética para decir “capitalismo” sin atragantarse.
Salir de la pobreza requiere un cambio de mentalidad para entender que sin creación de riqueza no existirán jamás los medios suficientes para financiar las políticas sociales
Entendieron, sin mucha convicción, que solo la inversión privada puede proveer recursos para cumplir con las demandas sociales de sus programas de gobierno. Pues sin crecimiento económico, la redistribución solo iguala para abajo, hasta arrastrar a todos al piso de la pobreza. Quizás alguna vez Eduardo Belliboni, Daniel Menéndez, Emilio Pérsico, Juan Carlos Alderete o Juan Grabois se movilizarán con pancartas reclamando respeto a los derechos de propiedad, como si reconocieran el origen de los fajos que tomaron tan fácilmente de la mesa de los doce ceros. Lo harán, tal vez, cuando vean al gobernador Kicillof practicar frente al espejo, como lo hicieron Fernando Cardoso o Felipe González sin sonrojarse, las expresiones “seguridad jurídica” y “clima de negocios” que tan horribles le parecían al expropiar YPF en 2012.
Solamente con apego a esas instituciones y adhiriendo a esos valores se obtendrán, a través del trabajo formal, los aportes sociales y el pago de impuestos, los recursos necesarios para eliminar la pobreza, pero de verdad.