La pérdida de dos buenos funcionarios
Oscuras razones condujeron a la entrega de dos ministros idóneos de la ciudad de Buenos Aires, como María Migliore y Eugenio Burzaco
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Por distintas razones, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires se ha desprendido de dos funcionarios capaces y probos: la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore, y el ministro de Justicia y Seguridad, Eugenio Burzaco.
La funcionaria venía desempeñándose muy eficientemente en un área sensible. Entre otras cuestiones, tenía a su cargo los programas para asistir a personas en situación de calle y exhibió una gestión honesta y transparente, entre otros delicados asuntos, como la contratación de servicios de comida para los sectores más vulnerables. Fuentes de la coalición que gobierna el distrito porteño aseguran que “Horacio (Rodríguez Larreta) terminó entregándola como un objeto”.
Casi cuatro meses antes del recambio de autoridades, Migliore presentó su renuncia, luego de que el candidato a jefe de gobierno de Juntos por el Cambio, Jorge Macri, expresara sus diferencias con la funcionaria, cuestionada internamente porque en las villas de emergencia porteñas no se produjo la movilización esperada en favor de la candidatura de Macri.
Burzaco contaba con una dilatada carrera profesional en la actividad privada y en la función pública. Reconocido por su honestidad y trayectoria, es valorado por su experiencia y conocimiento en temas de seguridad. Desde diferentes cargos en el gobierno, siempre dentro de su especialidad, logró avances en la lucha contra el crimen organizado, a pesar del complicado contexto general del país.
Hacia fines de marzo último, Rodríguez Larreta había designado a Burzaco al frente del Ministerio de Justicia y Seguridad local, luego de una larga e inoportuna vacancia de cuatro meses de su antecesor. Dicha ausencia fue cubierta interinamente por el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, de opaca gestión. Tras solo cinco meses, el 1º de septiembre, Rodríguez Larreta anunció la renuncia de Burzaco, aduciendo falsas razones.
Burzaco había viajado a Nueva York y Washington en una misión oficial programada con mucha antelación, con la organización de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires y el conocimiento de Rodríguez Larreta. Tuvo encuentros con el Departamento de Policía, el FBI, la iniciativa High Intensity Drug Trafficking Areas, Homeland Security y el Departamento de Estado, por temas de su área. Para el 1º de septiembre pasado tenía agendada una reunión con el secretario general de la OEA y con autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), encuentro que suspendió para volver con anticipación a Buenos Aires tras producirse el asesinato del ingeniero Mariano Barbieri en Palermo.
Durante su estada en Nueva York, el 28 de agosto y fuera del horario de trabajo, Burzaco había asistido a un partido del Abierto de Tenis de los Estados Unidos, que disputó Juan Manuel Cerúndolo, sobrino de su mujer, quien lo invitó especialmente para la ocasión. Su presencia fue captada en un video, que se viralizó.
El 30 de agosto por la noche fue asesinado el ingeniero Barbieri en Buenos Aires. Al día siguiente, voceros del gobierno porteño comenzaron a operar fuertemente en los medios, asociando dicho crimen con la presencia del ministro en el partido de tenis, con el propósito de provocar su alejamiento del cargo. Burzaco regresó inmediatamente a Buenos Aires y renunció.
Su breve gestión estaba logrando resultados, a pesar de la creciente conflictividad social como producto del aumento dramático de la inflación y la pobreza. Similar tendencia a la baja mostraban los datos de robo automotor y de robo con motos.
¿Por qué un funcionario probo y honesto fue despedido por Rodríguez Larreta con la falsa excusa de haber ido al partido de tenis de su sobrino, y por qué el gobierno porteño operó mediáticamente contra su ministro para provocar su renuncia? Los hechos sucesivos ofrecen una respuesta: Gustavo Coria, sucesor de Burzaco, pertenece al círculo íntimo de Diego Santilli, quien, tras su derrota electoral en las PASO bonaerenses, recupera el control de un sector muy apetecible para quienes piensan la vida pública “base caja”, como lamentablemente se ve en los entretelones del poder. Sin embargo, esta motivación no explica la dureza de las formas que utilizó el jefe de gobierno porteño en el desplazamiento. Sobre todo, si se recuerda que Burzaco se incorporó al Ministerio de Seguridad para sacar a la gestión de Rodríguez Larreta del escándalo en que se encontraba envuelta. Un simple pedido de renuncia y agradecimiento por los servicios prestados hubiera sido suficiente.
Varias publicaciones y programas de TV se refirieron a la resistencia de Burzaco a adjudicar una millonaria licitación de seguridad privada pedida por su gobierno. No debería descartarse que esa decisión de no sumar a su ministerio como aportante indirecto a la campaña presidencial del jefe de gobierno lo transformara en una persona molesta para los oscuros financiamientos de la política local.
Tanto Migliore como Burzaco supieron formar equipos, superando personalismos tan propios de muchos funcionarios, para ponerlos al servicio de un mejor gobierno. Lamentablemente, sus valiosas actitudes e incansables trabajos no fueron tenidos en cuenta al momento de sostenerlos. Una vez más, en el lodo de la política los vecinos de la ciudad volvieron a perder a dos idóneos funcionarios.