La peligrosa seducción del juego online
Es imperioso un compromiso gubernamental, escolar y familiar para contrarrestar el avance de la ludopatía entre niños y adolescentes
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Aquel concepto de simples e inocentes juegos de infancia, herramienta fundamental para el desarrollo cognitivo, social, físico y emocional de los niños, está en peligro de extinción, en buena medida por el mayor uso de dispositivos electrónicos. El exponencial aumento del juego online se asocia a la crisis económica, la falta de expectativas y la desesperanza, factores coadyuvantes a la hora de proponer entretenimiento y “soluciones salvadoras”. En la virtualidad, la materialidad del dinero se desdibuja y se pierde fácilmente la noción. Deudas elevadas, amenazas, comportamientos delictivos, una espiral de mentiras y engaños envuelve a los ludópatas, mucho más cuando su juventud los coloca al borde del precipicio.
No hablamos de un vicio, sino de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como una enfermedad, de consecuencias imprevisibles, que afecta gravemente la salud y las economías familiares.
Un estudio a nivel nacional de Ibope realizado durante 2023 arrojó que el 12,5% de los apostadores son jóvenes de entre 15 y 24 años que concentran mayoritariamente el foco en los rubros fútbol, casino y bingo.
El 12,5% de los apostadores tiene entre 15 y 24 años
Sumándose a las locales, grandes compañías mundiales de apuestas online que mueven millones se instalaron en Sudamérica, aprovechando un escenario con pocas restricciones, a diferencia de Europa, que cuenta con legislaciones al respecto. Un estudio de la consultora Seenka indica que el 66,5% de las publicidades en canales deportivos correspondió a casas de apuestas que prometen multiplicar el dinero y la adrenalina con locuciones, pop-ups y camisetas. El bombardeo a partir de auspicios de los programas más vistos de TV, en boca de youtubers, influencers y streamers, banaliza un peligro de gravísimas consecuencias. Ídolos infantiles como Emiliano “Dibu” Martínez protagonizan anuncios que engañosamente promueven el encuentro “para jugar a las apuestas deportivas con nuestros teléfonos celulares”, apoyando a una de las cinco casas de apuestas, destacadas patrocinadoras oficiales de la AFA. El Club Atlético Vélez Sarsfield dio un valioso puntapié que debería ser imitado al eliminar a una casa de apuestas como sponsor de la institución.
La Asociación de Loterías Estatales Argentinas (ALEA) y la Cámara Argentina de Salas de Casinos, Bingos y Anexos (Cascba), unidas a casas legales de juego online del país –identificadas por su terminación en bet.ar–, buscan diferenciarse y para ello denunciaron penalmente y pidieron el bloqueo de unas 254 páginas web ilegales que utilizan dominios internacionales o dinámicos para evitar controles.
A este respecto, se debería obligar a que todos los sitios de apuestas requieran registración y rigurosa validación de identidad, para que no hubiera ninguna posibilidad de que menores de 18 años apostaran, mucho menos a través de intermediarios adultos que les cobran una comisión. También urge el dictado de normas que limiten a los influencers y a la publicidad digital en este terreno, como en España y Gran Bretaña. Así como la publicidad de cigarrillos pasó a estar regulada, lo mismo debería ocurrir con el juego. No basta con proponer que solo apuesten los grandes, pues la ludopatía es una enfermedad que castiga a nuestra sociedad en su conjunto.
El aluvión de consultas juveniles por juego patológico es mucho más que una señal de alerta
Un buen número de legisladores nacionales y provinciales han presentado en los últimos tiempos proyectos de leyes para restringir el acceso de menores de edad a juegos de azar online o para contrarrestar el avance de la ludopatía adolescente en colegios. Y días atrás, el gobierno porteño dio un primer paso, cuando Jorge Macri anunció el cierre de la inscripción a nuevas licencias para operadores de apuestas, la revisión de las otorgadas y una campaña educativa sobre el tema.
No hay tiempo que perder. El aluvión de consultas juveniles por juego patológico es mucho más que una señal de alerta. Se requieren leyes tanto como compromiso gubernamental, familiar y escolar para frenar el acceso a estos riesgosos y peligrosos pasatiempos que los celulares ofrecen las 24 horas, los 365 días del año.