LA NACION, a 153 años de su fundación
Celebramos hoy un nuevo aniversario, renovando nuestro histórico compromiso con los principios esenciales de la república
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Un largo siglo y medio ha corrido desde el comienzo del diario fundado por Bartolomé Mitre, cuyo aniversario hoy conmemoramos. Más que el tiempo transcurrido, impresionan en lo inmediato las calamidades acumuladas en desmedro de la república en la tercera centuria de su larga existencia.
Desde aquellos años luminosos que siguieron a la labor del fundador y expresidente de la República que había dejado organizada la justicia nacional, poniéndola en manos de sus adversarios –adversarios probos, desde luego–, hasta hoy, hombres como Mitre no podrían dar crédito del estado en que ha caído la Argentina en el siglo XXI. Hemos procurado interpretarlo como otros antes que nosotros hicieron por su parte en situaciones también difíciles del siglo XX, pero ninguna afectada por males de la magnitud que abruman a los argentinos estos días, en todos los órdenes.
A los estados generales de cosas los suelen definir claramente los hechos aparentemente menores. Un caudillo de bajísima catadura política y moral, que lleva con su mujer turnándose en el poder de la provincia-feudo Santiago del Estero hará pronto veinte años, se pronunció contra la ciudad de Buenos Aires. Ya no saben qué hacer estos siniestros personajes surgidos de la crisis de 2001 para dañar aún más de lo que lo han hecho a una república desorientada en sí misma y en relación con el lugar que ocupa en el concierto de naciones. Justo a la Argentina viene a tocarle cumplir este triste e intrascendente papel de conductas nada fiables señaladas por sus pares de Occidente después de haber sido faro luminoso de la América del Sur por su desarrollo, progreso material y cultural alcanzado en los setenta años ulteriores a Caseros.
El rigor informativo y el profesionalismo continuarán siendo la bandera que guíe nuestro trabajo periodístico, probadamente efectivo a la hora de denunciar los abusos de poder, el crecimiento del narcotráfico o el avance de la corrupción
Carlos Pellegrini había sido adversario de Mitre en contiendas cívicas múltiples; combatió contra él, casi sin excepción, desde tiendas políticas distintas. Pero al adelantar su imponente figura ante los restos mortales de Mitre en 1906 para tributar el homenaje que sintetizara la definición de toda una vida, Pellegrini pronunció palabras de inolvidable reparación. Dijo en su oración fúnebre: “El pensamiento y la acción del general Mitre están tan íntimamente ligados a nuestra vida nacional que su biografía será la historia política del pueblo argentino durante la segunda mitad del siglo diecinueve”. Y continuó: “De todos los hombres que aparecieron después de Caseros sobre la escena política, el más completo fue el general Mitre, pues poseía tal variedad de aptitudes y de virtudes, cual no conozco resumidas en otro estadista propio o extraño. Si alguno pudo igualarlo en alguna especialidad, ninguno las reunía en condiciones tales que le permitieran actuar en primera línea y con igual eficacia en todas las escenas, en todos los momentos, sobre todas las clases sociales”.
Al haber bautizado Mitre a este diario como lo hizo, sus continuadores fuimos convocados a plasmar la idea de que en el nombre de LA NACION se resumía un programa de gobierno: la unión nacional, la integridad territorial y moral que motivase el juicio respetuoso en hechos y palabras en el orden interno y en la relación con países que admirarían al nuestro durante larga parte de su recorrido. Por ese ideal hemos batallado a lo largo de 153 años. Nada diferente en el futuro habrá de esperarse de nuestras convicciones al ritmo de los cambios que imponen la tecnología y las comunicaciones para beneficio de quienes nos leen, oyen y ven en las más diversas plataformas informativas.
Desde estas columnas que han juzgado editorialmente más de una centuria y media de la historia nacional, observamos con alarma y estupor que cualquier desquiciado vulnere los derechos legítimamente adquiridos por un extranjero sobre la propiedad de un fundo sin que se lo detenga de inmediato en nombre de la ley. O que un gobierno se alce peligrosamente en rebeldía contra una decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. No es la primera vez. El nefasto fundador de la dinastía que se ha emperrado en gobernarnos, privilegiando el turbio acrecentamiento de una fortuna familiar que les ha valido varias causas judiciales, fue quien como gobernador abrió el camino de la violación del principio sagrado de la división de poderes. Desobedeció varias veces la orden de la Corte Suprema de reponer al procurador general del Superior Tribunal de Santa Cruz al que había destituido de modo tan artero como ilegal.
Testigo de errores y aciertos de tantas administraciones, esta tribuna de doctrina no cejará en sus esfuerzos por acompañar solidariamente el quehacer nacional. Su voz se seguirá escuchando cada vez que los valores democráticos y republicanos se vean amenazados. El rigor informativo y el profesionalismo continuarán siendo la bandera que guíe nuestro trabajo periodístico, probadamente efectivo a la hora de denunciar los abusos del poder, el crecimiento del narcotráfico o el avance de la corrupción y la criminalidad organizada.
Hay límites que no se traspasan sin penetrar en el terreno de las dictaduras en que abreva la ideología demagógica y populista de quienes hoy nos gobiernan. El del respeto irrestricto a la libertad de prensa es uno de ellos. Con orgullo periodístico hoy celebramos un nuevo año junto a nuestras audiencias y anunciantes, renovando entusiastamente el compromiso asumido el 4 de enero de 1870.