La Mesa del Diálogo y sus propuestas
La Mesa del Diálogo Argentino, en la que representantes de la Iglesia Católica y de la Organización de las Naciones Unidas trabajaron intensamente durante varios meses para encontrar coincidencias acerca de las reformas que se deberían instrumentar en el país, ha entregado finalmente al presidente Eduardo Duhalde el documento que contiene sus principales conclusiones.
El texto que ha sido puesto en manos del jefe del Estado refleja –como se dijo durante la conferencia de prensa ofrecida anteayer– las aspiraciones, los valores y las coincidencias básicas que el mencionado grupo de trabajo ha venido recogiendo en sus sucesivas entrevistas y reuniones con distintos sectores de la vida nacional.
La sociedad argentina incurriría en un gravísimo error si no aprovechara en toda su riqueza y su trascendencia el valioso trabajo que la Mesa del Diálogo ha realizado. El documento que se ha elaborado resume los consensos que existen hoy en la comunidad nacional sobre la gravedad de la situación que atraviesa el país y sobre la necesidad de encontrar soluciones urgentes y profundas, basadas en una visión social de largo plazo y en políticas integrales y coherentes, superadoras del pasado.
Es lamentable que el esfuerzo de la Mesa del Diálogo sólo haya recibido de la dirigencia política una respuesta “tibia” o “tenue”, según lo manifestado por uno de los integrantes del grupo de diálogo. Es penoso que en un momento tan dramático como el que hoy vive la Argentina, quienes ejercen responsabilidades de conducción en el escenario político se sigan mostrando insensibles ante las propuestas e iniciativas tendientes a introducir los cambios sustanciales que se requieren para sanear la vida pública y para que el sistema institucional pase a tener la transparencia de la que hoy carece.
Como se ha dicho otras veces –y se repitió anteayer durante la presentación pública del documento– el diálogo es hoy el gran instrumento que los argentinos podemos oponer a la violencia. La opinión ciudadana debe tomar conciencia de que el diálogo constituye la única alternativa cierta a los procesos de intolerancia y desencuentro en que suelen quedar atrapados los pueblos cuando fracasa la instancia del intercambio de opiniones y de ideas pacífico y constructivo. La ciudadanía debe valorar lo que el diálogo representa como oportunidad y como punto de partida para la necesaria tarea de edificar una sociedad fundada en la convivencia democrática, en la paz social y en la plena credibilidad política e institucional.
En el documento presentado anteayer, denominado “Bases para las reformas”, se afirma –con razón– que la transición hacia un tiempo nuevo reclama la participación de todos los sectores y demanda actitudes de grandeza y gestos ejemplares, capaces de renovar las instituciones y los comportamientos públicos. A partir de esos cambios, la Mesa del Diálogo considera posible avanzar hacia la construcción de una sociedad más equitativa y hacia una reforma del sistema político y de representación que mejore la calidad de la vida pública y ofrezca garantías de integridad moral, transparencia y control social. El objetivo principal es reconstruir las bases de un Estado que esté al servicio de los ciudadanos y fortalecer la democracia. La reforma de la justicia, la transformación y mejora del sistema de seguridad, la creación de un régimen impositivo más simple y accesible a todos y la reformulación del procedimiento de coparticipación federal ocupan también un lugar preponderante en la presentación de la Mesa del Diálogo, con precisiones y propuestas que la sociedad –y especialmente la dirigencia– debería comprometerse a instrumentar.
Una economía al servicio de las personas e integrada al mundo, un modelo de crecimiento equilibrado y armónico, la preservación de la estabilidad monetaria y la efectiva inserción de la Argentina en el mundo son parte, asimismo, del repertorio de acciones y objetivos que el grupo de diálogo ha incluido en su programa para salir de la crisis. El documento consigna, finalmente, con detalle y precisión, la agenda de las decisiones que los poderes públicos deberán adoptar, desde hoy y hasta junio de 2003, para que las reformas propuestas se efectivicen y entren en vigor.
De las declaraciones formuladas anteayer, parece desprenderse que la Mesa del Diálogo habrá de ingresar ahora en una nueva etapa, en la cual sus actores pasarían a ser otros. Es de esperar que la intensidad del compromiso de las instituciones que le dieron desde el principio vida y aliento no se debilite. El país necesita que la Iglesia y la ONU sigan prestando su pleno respaldo a este noble y positivo esfuerzo por rescatar a la Argentina del cono de sombras en que permanece cautiva.