La manipulación de las redes sociales en China
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Que el régimen de la República Popular China no es para nada afecto a la libertad de expresión y de prensa no es ninguna novedad, y que la mayoría de las redes sociales con sede en Occidente están bloqueadas en ese país es también una realidad desde hace mucho tiempo.
Para ejecutar la censura en internet, el gobierno de Pekín pergeñó el llamado “Gran Cortafuegos” u oficialmente Proyecto Escudo Dorado, que comenzó a operar en 2003.
Lo que sí es nuevo es que el gobierno chino esté financiando a terceros para operar en redes como Facebook y Twitter, con el fin de lavar su imagen y mejorar su proyección mundial. Según una publicación de The New York Times, el gobierno chino contrató a proveedores de tecnología para operar activamente en las redes sociales e influir en la opinión pública.
De esta manera, el gobierno chino impulsó una campaña global online para mejorar su imagen y desacreditar las acusaciones de abusos contra los derechos humanos en ese país con una buena parte de tácticas que son encubiertas: redes de robots que generan posteos automáticos y personas virtuales imposibles de rastrear.
En mayo pasado, una división de la policía de Shanghai publicó un aviso online para solicitar cotización de contratistas privados para lo que se conoce entre los funcionarios chinos como “gestión de la opinión pública”. Hace tiempo que el gobierno chino confía en los contratistas de tecnología para mantenerse al tanto de lo que ocurre en las redes sociales nacionales y operar activamente para moldear la opinión pública interna a través de la censura y la difusión de publicaciones falsas. Sin embargo, esa nueva convocatoria era para la creación de cuentas falsas en Twitter, Facebook y otras plataformas.
A mediados de septiembre de este año, el Partido Comunista ordenó a todos los organismos gubernamentales reforzar su influencia para controlar la ideología, la cultura, las normas morales y el comportamiento de los usuarios en la web. El planteo oficial fue promover una “civilización del ciberespacio”, instando a redoblar la supervisión de los sitios de noticias y plataformas, y animándolos a promover “los valores socialistas” fundamentales.
De acuerdo con los datos divulgados, a partir de esa orden, se han incrementado en forma significativa las amenazas a los usuarios que expresan sus posiciones contra el gobierno en internet y la policía china trabaja en forma permanente para descubrir la identidad de las personas detrás de ciertas cuentas y rastrear sus contactos.
Las redes de bots, aplicaciones programadas para realizar determinadas tareas automáticamente, usualmente vinculadas al gobierno, se caracterizan por su poco intercambio con otros usuarios y por su baja actividad. Aunque se pueden usar para engañar y aumentar la cantidad de likes en las publicaciones oficiales del gobierno, la mayoría de esas cuentas automatizadas tienen poca influencia en el plano individual, ya que poseen pocos seguidores.
Ya en anteriores campañas de información, China había utilizado cuentas tipo bot para sumar cantidades poco realistas de likes y retuits a publicaciones de medios estatales, en tanto que, con el tiempo, las campañas de propaganda chinas en el extranjero se fueron volcando más hacia los medios visuales.
Pero la manipulación y la censura en China no solo se aplica al mundo virtual, sino que, al ser parte de la filosofía de un gobierno autoritario, se muestra sin pudor en todos los ámbitos. Un ejemplo que es todo un símbolo es que hace pocas horas se removía en Hong Kong el llamado “Pilar de la vergüenza”, monumento que recuerda a las jóvenes víctimas de la masacre de Tiananmen, de 1989.